Por Úrsula G. Romero
Aristóteles habla de la esperanza como «el sueño del hombre despierto». Para Nietzsche es «el mayor estímulo vital» y Tales de Mileto nos recuerda que es «el único bien que conservan las personas que lo han perdido todo».
Pero no todos los grandes pensadores están de su parte. Platón, la considera “una insensata consejera». Y en la misma línea se expresa Benjamín Franklin, apuntando que «el hombre que vive de esperanzas, corre el riesgo de morirse de hambre».
Hoy, sin embargo, necesito quedarme con los poetas porque saben, mejor que nadie, dibujar sobre transparencias expresando los anhelos con palabras; véase, si no, el siguiente fragmento de “Madrugada” de Juan Gelman:
“Antes
de merecer esta esperanza
hemos quemado el miedo,
hemos mirado frente a frente al dolor”.
“Antes
de merecer esta esperanza
hemos abierto las ventanas para
darle mil rostros”.
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