Por Ernesto Jackson
“La responsabilidad de los no responsables está salvando las instituciones”. La frase de Don Ricardo Balbín cuando agonizaba el gobierno constitucional de María Estela “Isabel” Martínez de Perón, en 1975, era el marco casi perfecto para apuntar el grave clima de violencia política desatada por los numerosos grupos subversivos (la “juventud maravillosa”) en los años del peronismo en el regreso de la democracia en marzo de 1973, y las bandas parapoliciales de la Alianza Anticomunista Argentina, la siniestra Triple A, nacida en los sótanos y con anuencia y respaldo oficial, del Ministerio de Bienestar Social comandado por otro no menos siniestro José López Rega, su jefe.
En aquellos años de plomo, cuando el desquicio y el vacío de poder en todos los niveles de las instituciones democráticas, era asfixiante, insoportable, inaguantable, la violencia era trágicamente cotidiana.
No hay, afortunadamente hasta el momento, ninguna posibilidad de semejanza con los graves hechos de violencia de hoy, en varios centros urbanos, como nos sacuden ahora y desde hace ya un buen tiempo, las muertes en asaltos y ataques con tintes propios del narco, en el Sur del Gran Buenos Aires, en Rosario y tantos puntos del país donde el tráfico de drogas es ya casi un comercio habitual ante la inoperancia y complicidad de policías, jueces y gobiernos.
“Los narcos ya ganaron”, fue la altisonante, irresponsable afirmación de nada más ni nada menos que el ministro de Seguridad de la Nación. No es novedad que Aníbal Fernández, en cuanto se acerca un micrófono, comenta las situaciones con un lenguaje imparable, inagotable, con desafíos y réplicas a los periodistas, en actitudes intolerantes y de pésima educación. Como queriendo reducir el conocimiento de los movileros, al descalificar y desacreditar toda evidencia. Fernández no puede con su verborragia. Cae en contradicciones inadmisibles: “La violencia narco viene desde hace veinte años ¡¡y el gobierno de Macri gobernó cuatro años y qué hizo!!!«, se pregunta a los gritos frente a varios micrófonos cuando le consultaban por el ataque al supermercado del padre de la esposa de Messi, en pleno Rosario, en horas de la madrugada.

No tuvo en cuenta el ministro, embalado y cuesta abajo, que con ese razonamiento propio de un funcionario acorralado y sin argumentos, entonces, en los 16 años restantes, con gobiernos no macristas tampoco nadie hizo nada. No aclare, ministro, que oscurece.
Lo cierto es que, Argentina sigue envuelta en un clima de violencia ya insoportable. En aquellos años 70, los cadáveres aparecían en zanjas, en plena calle, a toda hora, en baldíos y hasta en la mismísima Plaza de la República, al pie del Obelisco.
Son contextos muy diferentes. Hasta las gravedades, si se quiere, no son asemejables.
En aquellos años la gente vivía aterrorizada. Hoy la gente también vive aterrorizada. En aquellos años las bombas se escondían en edificios, debajo de autos, en tachos de basura, en comedores policiales, etc. Hoy, los ataques se hacen desde motos o, increíblemente, desde bicicletas o sólo caminando por la vereda donde está ubicado el blanco elegido. Todo, ante la insoportable e inadmisible inacción del Estado.
Como en aquellos años, en estos tiempos también el Estado sigue ausente.
Y, como decía aquella vez Don Ricardo Balbín, ahora y al igual que entonces, “la responsabilidad de los no responsables está salvando las instituciones”.
Seguramente es de esperar que en estos tiempos, la madurez del pueblo no truncará, como a comienzos de siglo, el presente camino institucional y democrático.
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