Cómo en 2019, Cristina se apresta a realizar su movida sorpresa

Por Ernesto Jackson

Por primera vez, Cristina Kirchner, experimentó la sensación jamás imaginada en su larga vida política: la de tener que vivir tiempos graves, definitorios. Momentos peligrosos que hasta ahora sólo se reservaban a los opositores: la figura del helicóptero. 

Los graves hechos de La Matanza, el declive interminable del Frente de Todos en la provincia de Buenos Aires, la evidencia de falta de gestión en todos los niveles como para mostrar logros en los tiempos electorales que se avecinan y la pésima imagen que reflejan todas las encuestas que miden a Alberto Fernández como presidente de la Nación y a Axel Kicillof como gobernador del único bastión que podría acercarle una luz en la oscuridad, llevan a la vicepresidenta a prepararse para adoptar decisiones que la salven del abismo. O. al menos, del comienzo del final de su vida política. Y con ello, la del Frente de Todos y del kirchnerismo/cristinismo como alternativa política en los comicios de octubre. 

Está convencida que otra vez deberá ser ella quien aporte una idea que lleve algo de esperanza. 

Frente al “sálvese quien pueda” que parece comienza a vivirse en el Frente de Todos, Cristina rasca en el fondo de la olla, con la expectativa de hallar una fórmula o una jugada política salvadora. 

El viernes que pasó, dicen cerca del Instituto Patria, fue más que un feriado religioso. Los que la conocen, admiten que “ya tiene una jugada, un movimiento de piezas, que puede otorgarle al FdT una salida al encierro en las PASO con la candidatura de Alberto que se niega a declinar, y en las presidenciales de octubre”. 

Y agregan: “Massa es el elegido”.  El ministro de Economía, aún con los pesados números inflacionarios, es un mimado del establishment local y de los Estados Unidos. Con reparos, obviamente

La acción no termina de ser un enroque clásico. “Es lo que hay”, dicen con algo de entusiasmo y lamento, a la vez. 

¿Y en qué consiste? 

El ministro de Economía estuvo siendo petardeado, incomodado en su gestión aquí y ante el Fondo Monetario (donde es visto también con buenos ojos), por el Presidente: en verdad, Alberto nunca comulgó con él desde que llegó al Palacio de Hacienda como tabla salvadora. El exministro Jorge Ferraressi lo dijo con todas las letras: “nos salvó del helicóptero: el propio Fernández revirtió su ostensible malestar y el día de su cumpleaños, le agradeció los servicios prestados en el programa de Youtube, El método Rebord.

Según fuentes consultadas por este periodista, Massa podría dejar la sensible cartera que ocupa con el siguiente argumento: «No me dejaron hacer lo que era conveniente para el país». Si eso se concreta, trataría de retornar a la titularidad de la Cámara de Diputados, de la que pidió licencia, y hoy está en custodia de Cecilia Moreau.

Los cuatro meses que restan hasta las PASO y los seis hasta las presidenciales, podría ser conducida por el viceministro Gabriel Rubinstein. Un sapo que deberá digerir Cristina. 

Y Sergio Massa, quien nunca jamás declinó ni piensa declinar su ambición de ser candidato a presidente (pese a lo que deja trascender), podría afrontar estos cuatro meses hasta las PASO de agosto, una campaña “fortalecido”. Eso creen al menos quienes rodean y conocen el pensamiento de Cristina.

Colaboradores de Massa explicaron que desarrollaría un relato para manejar la crisis económica, teniendo a la vez las «manos libres» para afrontar las negociaciones con el campo y las metas pactadas con el FMI. El propósito, en suma, sería desplegar sus artes «sin las ataduras ni los palos en la ruedan que le ponen cada semana».

Los voceros del Frente Renovador (FR), creen que si estos desplazamientos se producen, Massa «empujaría» a Alberto para que decline su candidatura «a una soñada e improbable reelección».

Massa, candidato del Frente de Todos, instalado de nuevo en el Congreso, es considerada casi la única y última salida del kirchnerismo, ante la ausencia de postulantes medianamente potable para cosechar votos en las urnas.

De producirse los desplazamientos descriptos, la intención es robustecer la cosecha peronista en el conurbano bonaerense, tan castigado en general, con una deficitaria administración en La Matanza, principal bastión del PJ desde 1983.

Cristina, quien hasta ahora insiste en que no se presentará a ningún cargo por entender que está «proscripta» de hecho (la condena judicial en su contra no está firme porque hay otras instancias de apelación), podria revisar su intransigente determinación, instada no sólo por el «Operativo Clamor» de La Cámpora. Si es así, la alegría le podría llegar con la consagración otra vez, por mandato popular, como senadora nacional de Buenos Aires.

Las cartas recién empiezan a ponerse sobre la mesa.