«Qué me deprime? Ver a la gente estúpida feliz”
(Slavoj Žižek, filósofo esloveno).
Y bueno el gordo filósofo de Europa Central se deprimió tanto que no se quiso levantar. En el barrio le dicen «bajón boliviano o peruano». La clave ronda por ahí.
Es un gran logro del neoliberalismo, o capitalismo tardío; otros dicen capitalismo posindustrial y algunos atrevidos postcapitalismo. Bien planteaba Weber: que todo el sujeto y su acción este regulado por la racionalidad, de modo de que el tiempo de ocio, sea en función de alguna productividad o de no ser así, empleado en algo que creamos fructífero.
No es compatible, en la comunidad de deseos actual, un sujeto reflexivo o más centrado en su existencia; infinitamente más tranquilo aunque quizá menos emocionante.
El tiempo empleado en pensar o estar inactivo, no genera gastos y movimientos y no excita las ansias de otros. Es otra arista de la autoexplotación que enseña el surcoreano Han. Sí, eso existe. Pero, además, hay que convertirse en un promotor permanente del modo de vida si uno está al divino botón, contagiando a otros de entusiasmo autoexplotador.


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