Por Héctor O. Becerra
El Festival y Mundial de Tango – edición 2025 – comenzó el 20 de agosto y convocó a más de 2000 artistas; la competencia internacional a la que asistieron más de 3200 espectadores en el Gran Rex, registró un récord de 841 parejas inscriptas provenientes de más de 50 países.
La creación de un Campeonato Mundial de Tango parece descubrir esa cosa futbolera que nos habita; a la vez, permitió interpelar al público de todo el mundo para implicarlos de un modo directo de la celebración del tango. Al aceptar la invitación a participar, los bailarines dejaron de ser simples observadores de un festejo que identifica a la ciudad de Buenos Aires y a sus habitantes, para tornarse sujetos activos que recrearon el evento con su concurso y baile.
Tras ser declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2009, el entonces gobierno de Mauricio Macri consideró al tango como una actividad económica relacionada principalmente con el turismo internacional y con el comercio. Por ello cambió la fecha del Tango Buenos Aires Festival uniéndolo al Campeonato Mundial de Tango. Quedó conformado lo que se conoce como Buenos Aires Tango & Festival Mundial.
En la edición de este año la pareja porteña Leandro Bojko y Micaela García se consagró campeona en la noche del martes 2 de septiembre en la categoría Tango de Escenario. ¿Característica? Ser una danza coreografiada en la que se permite despegar los pies del suelo y dar saltos utilizando recursos de otras danzas siempre y cuando se respete la identidad del tango. El día anterior en el mismo escenario Diego Ortega y Aldana Silveyra se habían coronados en la otra categoría: Tango de Pista que es el tango popular que suele bailarse en las milongas, de allí que el abrazo no debe romperse y se debe caminarlo de acuerdo a la cadencia propia de la música. En esta modalidad es fundamental la improvisación y la utilización de las figuras clásicas como el corte, la quebrada y las barridas.
Pude ver bailar a la pareja campeona de Tango de Pista y si bien quedé impactado por las destrezas de los bailarines, tuve la impresión de que en las milongas a las que asisto jamás podría bailar un tango como el que había visto llevar a cabo a los argentinos. ¿Por qué no? Primero – debo sincerarme conmigo mismo – por no tener esa aptitud; luego, por consideración y respeto a las demás parejas que comparten el espacio – acotado – de una milonga.
Había concurrido solo al Gran Rex: Así que mientras comía una pizza en Banchero trataba de ordenar mis ideas respecto del espectáculo que había presenciado cuando abrí el celular y me puse a leer el post de Lidia Ferrari – una psicóloga que se animó a investigar sobre el tango -, donde encontré aquello que buscamos en los escritores: alguien que ponga palabras a todo lo que confusamente pasaba por mi cabeza y mis sentimientos. Ella se preguntaba cómo juzgar el baile de pista cuando se hace de él un espectáculo y eso se puede apreciar rápidamente si por un momento nos pusiéramos a reflexionar que la danza se lleva a cabo no en una pista de baile; sino sobre las tablas de un teatro.
¿A nadie le hace ruido que se esté bailando tango de salón en un escenario? Leo en el post de Ferrari algo que me ayudó a digerir la muzzarella: “Es una contradicción irresoluble”, sostuvo. Es cierto, me dije. Había notado que el baile de la pareja campeona no resultaba espontáneo: estaba ensayado hasta rozar casi la perfección; no había abrazo cerrado, ni caminar cadencioso. ¿Los jurados no deben evaluar estos parámetros?
Sigo leyendo a Ferrari, ahora con fruición. Ella sostiene que no es sólo lo que sucede en el campeonato; sino que la competencia y la necesidad de ganar siempre – eso que parece que amamos los porteños – no es un medio idóneo para transmitir lo que es el tango como baile. El gran problema – para ella – es ver en los salones de las milongas que los bailarines intentan emular esas destrezas de los ganadores. Y dice algo fuerte: las pistas de las milongas se ven cada vez más como ring de pugilato. En este punto, Miguel Ángel Zotto en la FM La 2 x 4 insistió con la idea – creo que se dirigía a los jóvenes – de que “volvamos a caminar el tango en los salones” cosa que no puede suceder – decía el bailarín y coreógrafo – sin que se dejen de hacer pasos y pasos en el mismo lugar.
Ya terminaron las competencias. El tema está instalado en mi cabeza. Por eso no me sorprende encontrar en una publicación de Facebook: MILONGAS EN ESPAÑA, un post de Aoniken Quiroga, reconocido bailarín y maestro de tango. Él se dirige a la comunidad tanguera sosteniendo que hay que volver al tango como baile social ya que la milonga se ha convertido en un escenario donde todos quieren ser protagonistas y son capaces de todo con tal de hacerlo realidad. El maestro Quiroga no apuntó a la competencia milonguera sino a lo que diagnosticó en las milongas: la falta en el respeto y la consideración por los demás, por los otros. ¿Qué pasaría si los campeones se pusieran a girar como un trompo en la pista cómo lo hicieron en el escenario? Ferrari, Zotto y Quiroga lograron poner en palabras algo que, movido por las emociones de la música y la danza, no terminaba de entender; pero, que no había dejado de intuir: el tango también hace síntoma.
Nos atropellamos en las rutas y en las autopistas; la tendencia indica un promedio diario de 11 a 12 muertes por día en siniestros viales (decimos “siniestros” siguiendo el concepto que propone el psicólogo Jorge Garaventa, quien afirmó que un accidente es algo que ocurre fatal e inevitablemente y que un siniestro es algo que podría haber sido evitado).
La brecha abierta entre kirchneristas y libertarios ha permitido llegar hasta aquí sin que se produjera una nueva guerra entre argentinos. La poesía tanguera ha sabido reflejar la historia de la inmigración y de cómo el tango fue un elemento mediador y apaciguador. ¿Le tocará hoy a la danza tanguera, al baile de salón convertirse en un nuevo escenario de enfrentamientos? ¡Los milongueros, los profesores de tango que enseñan pasos y pasos, los organizadores de milonga, los empresarios y los funcionarios, tienen la palabra!


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