Reflexión

El porvenir es una responsabilidad, primero individual, luego colectiva

Nos dice Sergio Sinay que abundan las distopías, el futuro temible, por sobre las utopías, el futuro deseable. Coincidiendo con un antropólogo francés, agrega que hay que distinguir entre el futuro y el porvenir, cuyo control es responsabilidad humana.

Por Sergio Sinay

El humano es el único animal que proyecta, que piensa en el futuro. Sin embargo, hoy se da una curiosa paradoja. Abundan las distopías que desplazan a las utopías. El futuro temible por sobre el futuro deseable.

Mientras por otro lado se expande el gusto por lo retro. En muchos aspectos y ámbitos la nostalgia es moda. Si se teme al futuro y se añora el pasado hay que preguntarse qué pasa con el presente.

La nostalgia es añoranza de un pasado ilusorio, que está más en nuestro deseo de que haya sido así antes que en la realidad de lo vivido, dice Svetlana Boym (1959-2015), teórica de la cultura, dramaturga y ensayista ruso-estadounidense, en su libro “El futuro de la nostalgia”.

Y es una fuga del presente, de su aceleración sin rumbo, de su fugacidad, de la ansiedad, de la incertidumbre en un mundo desquiciado. Un presente que sólo arroja temores e inseguridad sobre el futuro, al que sentimos fuera de nuestro control.

Sin embargo, humanos al fin, no podemos dejar de proyectar, de imaginar, de aspirar a un tiempo diferente.

Decía el antropólogo francés Marc Augé (1935-2023) que una cosa es el futuro y otra el porvenir. El futuro es un fenómeno cronológico. El próximo minuto, la próxima hora, el próximo año. Simplemente transcurre.

El porvenir, en cambio, es lo que hacemos con el futuro, en qué lo convertimos, y cómo. Sobre el futuro no tenemos control. Pero el porvenir es nuestra responsabilidad, primero individual, luego colectiva. O la asumimos, o quedamos anclados entre las distopías temibles y la nostalgia ilusoria.

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