¿Cómo cuidar a la madre tierra, la Pachamama?», se preguntó Leonardo Boff, un teólogo brasileño la última vez que estuvo en Argentina. «Cambiar la relación con la naturaleza. Hoy, es de uso y de explotación. Hay que pensar que los humanos somos la naturaleza, sus amigos y por eso rehacer un pacto con la tierra, porque nos da todo lo que necesitamos para vivir. A una madre no se la compra, ni se la vende. No se la explota. Se la defienda y se la ama», dijo el teólogo brasileño en su visita a la Feria del Libro 2017 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El presidente boliviano, Evo Morales, al exponer de rodillas ante la ONU, proclamó que el siglo XXI, será el siglo de la naturaleza y de la madre tierra.
Esos dos conceptos le sirvieron a Boff para diseñar su ética filosófica: “Hay que dejar que la tierra descanse para que rehaga sus nutrientes. Respetar sus tiempos y el bioregionalismo”.

Hay distintas realidades: la Patagonia, el Chaco, la Pampa Húmeda, en la Argentina; El Amazonas, las grandes forestas, los suelos fértiles del Atlántico, en Brasil. “Para cada región, un tipo de producción, no sólo en términos físicos y químicos, sino incorporando la cultura, las costumbres, las religiones de los pueblos, su arte, la forma en que han organizado sus casas y como tratan a sus ríos y animales”.

El teólogo brasileño apeló a una ecuación simple: producir lo que se necesita, sin acumulación excesiva de riqueza. Para que todos tengan lo suficiente y decente para vivir con alegría. “No estamos cuidando y guardando nuestra herencia sagrada. La Tierra no necesita de nosotros. Nosotros, sí de la tierra. La tierra puede continuar cubierta de cadáveres”.

Ameno, chistoso, Boff elogió algunas de las decisiones de cumbres climáticas, como la de París en 2015, donde se llamó a respetar y dar equilibrio a la tierra, garantizando su hábitat, manteniendo (como sostiene Jeffrey Sacks) la vitalidad y evolución de las especies.
Sin embargo, apuntó que son inútiles si “no cambian la naturaleza del capital y le ponen precio a los bienes y servicios como el agua”.
“Detrás de esas propuestas – denunció – se esconde el viejo capitalismo explotador”.
Boff desarrolló finalmente una “visión utópica” con la finalidad de “rehacer todo lo que se ha degradado. Hay que recuperar la relación con las montañas, los lagos, los ríos, las plantas, los animales, en un clima de convivir y vivir bien”.
Ensayó una broma seriamente: “Dentro de algunos años seremos todos socialistas, no por ideología, sino para sobrevivir”.
Llamó a la humanidad a “despertarse y organizarse” en una especie de “gobernanza global”. Para ello, reclamó que países como Estados Unidos, Rusia y China, “renuncien un poco a su soberanía”, creen “un centro pluralista para dar solución a un problema mundial” y eviten una catástrofe.

En caso contrario, predijo, “nuestros hijos y nietos acabarán maldiciéndonos, porque les dejamos un planeta totalmente contaminado”.
Garantizar el futuro de la Tierra implica, según Boff, no solo reparar las heridas causadas, sino detener “el principio de autodestrucción” que sobrevuela a la humanidad.

“Tenemos ahora un loco (Donald) Trump, que recibió una caja donde se guardan secretos para desatar una guerra nuclear y terminar con la civilización. Está vigilado por una comisión de republicanos y demócratas, que se asustan cuando propone ganar una guerra para recuperar el honor, tras las derrotas en Vietnam, Afganistán e Iraq”. Advirtió que Trump ha elegido como blanco “a un país paupérrimo como Corea del Norte” que también tiene armas nucleares y cuenta con el respaldo de Rusia y China.
«Trump puede desatar una guerra nuclear y terminar con la civilización. Por eso está vigilado por una comisión de republicanos y demócratas»

Reconoció Boff que su utopía va en contra “de la acumulación de los capitalistas, que prefieren morir antes que perder nada”.
Empero, depositó su confianza en el papa Francisco: “Hay que defender la casa común con solidaridad, inventiva y esperar que intervenga Dios, que es el soberano amante de la vida. Hermanos y hermanas, sigamos cantando, que los problemas y dificultades en este planeta tierra, no nos quiten la alegría de la esperanza”.
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