La charla fue amable en las formas. Pero se notaba la tensión. Y hubo un cruce picante que no pasó desapercibido para nadie. Antes de que tomaran contacto personal a través de C5N, anoche, Alberto Fernández, avisó: «Es Sergio (por Massa) quién tiene que resolver qué quiere hacer».
Desde Chubut, donde fue a festejar, el triunfo de su amigo de la facultad Mariano Arcioni – reelecto como gobernador para el período 2019-2013 -, Masssa, sin perder la sonrisa pícara y tanguera, reiteró que hay que armar «una gran coalición opositora», para desplazar a Mauricio Macri del Ejecutivo. Pero no se privó de añadir: «Tenemos que asumir un compromiso de gobierno, definir el liderazgo, con programas y partidos, respetando la identidad de cada uno».
El guante verbal golpeó en la cara del hombre de bigotes. Alberto F. con una sonrisa estereotipada, escuchó el desafio de Massa: no debe intentarse «subsumir ni apropiarse» de «la identidad y libertad» del Frente Renovador que encabeza en la provincia de Buenos Aires, secundado por Graciela Camaño y Diego Bossio, dos de los más odiados por el kirchnerismo.
«Nadie somete a nadie«, replicó Fernández. «Estoy seguro que tenemos más puntos en común que diferencias. Juntémonos a tomar un café«, trató de dar un corte a un diálogo inesperadamente punzante..
Massa no se privó de una última chicana. Alardeó de la victoria de Tigre ante Boca y no dejó de hacer notar una derrota previa de Argentinos Juniors. Acotó a quien, como él, fue jefe de gabinete en tramos de los sucesivos gobiernos K: «Lo hago con sentido político» . Obvio, Massa es fanático de Tigre y Alberto de los «bichos colorados» de La Paternal.

El cruce, a dos días del cierre de las alianzas, se produjo en una jornada donde fueron reelectos tres gobernadores peronistas (el ya nombrado Arcioni, Juan Manzur, en Tucumán y Gustavo Bordet, en Entre Ríos) y el radical Gerardo Morales, en Jujuy. También en Mendoza, hubo unas PASO relevantes, en la que salió airoso, Rodolfo Suárez, el pollo del mandatario y presidente de la UCR, Alfredo Cornejo.
Manzur, con mucho enfásis, apoyó la fórmula nacional Alberto-Cristina Fernández de Kirchner; Bordet lo dio por sobre entendido, pues fue con todas las fracciones peronistas unidas. Y Arcioni, habló de las características provinciales de la elección en Chubut, aunque contemporizó con el precandidato a presidente de UC-PJ: «Miramos para adelante con los brazos abiertos».
El que gambeteó y le puso suspenso a su próxima jugada fue Massa, cuando subrayó que no está buscando «un rejunte de dirigentes» y ratificó, sin ofrecer mayores precisiones, su firme pretensión de ser Presidente de la Argentina a partir del 11 de diciembre.
Antes del intercambio, Alberto, había comentado al filoso conductor de C5N: «A Sergio lo respeto y lo quiero. Sabe que será bienvenido y si no viene lo seguiré respetando».
Humanidad ha venido describiendo los zigzagueos de Massa. Hoy, además de sentarse a tomar un café con Alberto Fernández, espera hablar con el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, para ver si recompone un espacio peronista «más amplio y democrático» que le permita disputar el sillón de Rivadavia, no desde unas PASO, sino de una elección general. En ese caso, podría llevar como candidata a gobernadora en la provincia de Buenos Aires (en forma de colectora, si finalmente se habilita) a María Eugenia Vidal. El tendría que elegir un vice para enfrentar a los Fernández. Algunos de sus voceros insisten en que Cristina finalmente se bajaría de la fórmula. Algo que, por considerarlo disparatado, ni siquiera se contempla en el kirchnerismo.


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