Argentina

«Dejar de lado estériles prejuicios y barreras partidistas e ideológicas»

A 37 años del fin de la guerra de Malvinas, el ex jefe del Ejécito Martín Balza, pide una nuevo sistema de defensa para afrontar crisis, amenazas y desafíos.

Por Martín Balza

El 14 de junio cesó la absurda guerra que se inició el 1° de mayo de 1982. Varios especialistas en el tema la calificaron como “el primer conflicto de la era misilística”.

La batalla tuvo dos fases: la primera, predominantemente aeronaval, entre el 1° y el 20 de mayo; y la segunda, predominantemente terrestre, entre el 21 de mayo y el 14 de junio.

Durante la fase aaeronaval aeronaval los efectivos en tierra fuimos sometidos a un desgaste psicofísico en las húmedas y frías trincheras, esperando el desembarco británico.

La fase terrestre la iniciamos conscientes de nuestras propias limitaciones, de haber cedido totalmente la iniciativa al enemigo y de la incapacidad de recibir apoyo del continente.

Nuestras Fuerzas fueron eliminadas por partes: primero, nuestra flota, que se automarginó del conflicto sin siquiera intentar disputar el espacio marítimo; segundo, la Fuerza Aérea y la Aviación Naval, debido a las importantes pérdidas sufridas, a pesar de los reconocidos éxitos iniciales y la excelente profesionalidad evidenciada; por último, los efectivos terrestres del Ejército y de la Infantería de Marina, cuando el estrangulamiento terrestre cerró definitivamente el previsible cerco total que condujo a la inevitable rendición.

La distorsionada expresión del “ser nacional”, exitista y derrotista por antonomasia, no rescató en su justa medida lo realizado por los combatientes, en particular del Ejército, a pesar de que el propio adversario reconoció, valoró y elogió el comportamiento de los mismos.

Algunos citas relevantes:

* “No cabe duda de que los hombres que se nos opusieron eran soldados tenaces y competentes, y muchos han muerto en su puesto. Hemos perdido muchísimos hombres” (General británico Anthony Wilson).

* “Ambos, argentinos y británicos, son profundamente leales, patriotas, tienen una herencia militar orgullosa, una convicción religiosa profunda y un arraigado sentido del valor y el heroísmo. Pero la larga historia británica de guerras y batallas por más de 400 años, el adiestramiento permanente de sus fuerzas armadas con la OTAN, combinados con la fresca memoria de la Segunda Guerra Mundial, Corea, Suez, Belice y la permanente actividad en Irlanda del Norte, hacen a las fuerzas británicas más actualizadas en tácticas y rápidas respuestas en el campo de combate. Los argentinos no carecían de valor o lealtad, pero no ostentaban, lamentablemente, la experiencia necesaria” (Doctora estadounidense Nora K. Stewart).

Hubo una directa relación entre los combatientes y la calidad de sus mandos

* “Es importante señalar que hubo Comandos Operacionales y Unidades que fueron conducidas con eficiencia, valor y decisión. En esos casos, ya en la espera, en el combate o en sus pausas, el rendimiento fue siempre elevado. Tal el caso, por ejemplo, de la Fuerza Aérea Sur, la Aviación Naval, los medios aéreos de las tres Fuerzas destacadas en las islas, el Comando Aéreo de Transporte; la Artillería del Ejército (Grupo Artillería 3 y 4), y de la Infantería de Marina; la Artillería antiaérea de las tres Fuerzas Armadas, correcta y eficazmente integradas, al igual que el Batallón de Infantería de Marina 5, el Escuadrón de Caballería Blindada 10, las Compañías de Comandos 601 y 602 y el Regimiento de Infantería 25. Como ha ocurrido siempre en las circunstancias críticas, el comportamiento de las tropas en combate fue función directa de la calidad de sus mandos” (Informe Rattembach).

Toda guerra es una desgracia, y de nada servirá el sacrificio de más de nuestros 600 muertos y mutilados, y los cientos de afectados por el estrés postraumático (neurosis de guerra), si no capitalizamos las experiencias y enseñanzas del conflicto.

A pesar del tiempo transcurrido es poco lo que, hasta ahora, se ha hecho en el aérea de proyección para la defensa.

La inexistencia de un Sistema de Defensa Integral, priorizando una estrategia disuasiva, es un ejemplo de ello: pareciera que en los últimos 37 años no existió la voluntad política de escudriñar el futuro y de prepararse para afrontar en las mejores condiciones nuevas crisis, amenazas y desafíos.

Coincidimos en los errores, imprevisiones y consecuencias de una guerra absurda, jamás pensada. También en que ese no era el medio adecuado para hacer valer nuestros incuestionables derechos históricos, geográficos y jurídicos sobre las irredentas islas.

Debemos profundizar con diligencia prospectiva qué queremos como Nación en materia de defensa, dejando de lado estériles prejuicios y barreras partidistas e ideológicas, para priorizar con seriedad la realidad nacional e internacional, contemplando los factores sociales, económicos y humanos.

Muchos años después, al recordar el infierno de las últimas 50 horas de la batalla de Puerto Argentino, recordé a Macbeth, de Shakespeare: ¡Que venga la destrucción! Por lo menos moriremos con el equipo sobre nuestros hombros”.

Los británicos fueron un digno adversario, valiente, buen profesional que, en la victoria, respetó y valoró al derrotado

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