Habitualmente, Juan Alberto Yaría, director del instituto Gradiva, escribe sobre temas de adicciones. En uno de sus últimos artículos, pone de relieve como influyen las drogas en los «sin hogar» o directamente en otros a los que le asigna una categoría pavorosa: «nadie». Humanidad, reproduce una de las partes de su último artículo donde menciona, citando el filósofo español Joseph Miro, que la raíz de los problemas que viven las sociedades occidentales y que dañan a las personas y a las instituciones es la desvinculacion». Leamos que dice sobre un acercamiento posible a un tema que levanta tantas polémicas y ofrece soluciones insatisfactorias.
Por Juan Alberto Yaría
En una esquina de Caballito un terapeuta encuentra a un paciente que había abandonado su tratamiento y estaba en proceso de recaída. Los propios compañeros de esquina en situación de calle le pidieron que volviera a su tratamiento y regresó con el terapeuta. Seguramente lo estaba esperando y él mismo reconoce después de un tiempo que fue como su “ángel de la guarda”. Con algunos se puede y máxime cuando se han establecido vínculos.
Para otros la vida es como una maldición y no vislumbran otra vida posible. Sobre esto hay una versión comentada de “La Odisea” de L.Feuchtwanger (Alemania) que recuerda el momento en que en el viaje que narra esta obra, Ulises ata al palo mayor de la nave a los marineros porque en ese paso iban a escucharse los cánticos de sirena de Circe (hoy serían las distintas tretas del engaño como son las drogas, el juego, los excesos). Era un símbolo de la protección en el mar y en el viaje de la vida.
El comentarista alemán imagina una situación en donde los marineros cayeron bajo los encantos de las sirenas y se transforman en “cerdos” y se resisten a los intentos de Ulises por romper ese hechizo y devolverles la forma humana. Preferían esa vida a retornar a la forma humana.
Cuando Ulises logra atrapar a un cerdo llamado Elpenor y le devuelve la forma humana éste le dice:”¿otra vez has vuelto a exponer nuestros cuerpos al peligro y obligar a nuestros corazones a tomar nuevas decisiones? Yo estaba contento, podía revolcarme en el fango, estaba libre de dudas y razonamientos”. Luego enfáticamente le dice: ”¿A qué viniste? Me arrojas a mi odiosa vida anterior”.
Preferían la vida rutinaria y disciplinada del cerdo.
Muchos logran ejercitar su libertad, pero otros formarán parte de lo que llamo en mis trabajos los “nadies” como “nuevos crónicos” de nuestra sociedad. Son los que buscan en forma compulsiva – hechizados -, sustancias. La calle opera como un verdadero “campo de concentración” y surgen así los “nuevos desaparecidos de hoy”.
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