Política

Se juega todo en la primera vuelta, tras las PASO

Macri piensa en 4 años más junto con Pichetto. Alberto F. unifica a los suyos, con Cristina ausente y "omnipresente" a la vez.

A tratar de definir en el primer asalto, esto es el 27 de octubre, tras las Primarias Abiertas, Simultaneas y Obligatorias (PASO), del 11 de agosto, se lanzaron tanto Juntos por el Cambio, detrás de Macri-Pichetto, como el Frente de Todos, de Fernández-Fernández. Así lo reconocieron figuras de uno y otro espacio, convencidas de que la polarización está funcionando como dos muros que se cierran entre sí, achicando y hasta poniendo en peligro a los que corren por el medio.

Con Cristina de bajo perfil en Cuba – el intendente del PRO, Jorge Macri, sin embargo, dijo que es la figura «omnipresente» de la campaña -, Alberto Fernández, trata de unificar y moderar el discurso, machacando sobre los puntos débiles del oponente y evitando en caer en abismos lejanos, como considera al debate sobre la difícil situación interna de Venezuela.

No sin dificultades, en medio de citaciones judiciales, Alberto F. propuso concentrarse en las promesas incumplidas en materia económica por parte del macrismo, la defensa de las fuentes de trabajo y del poder adquisitivo de «la gente» (casualmente, la expresión preferida para arengar a los suyos del ecuatoriano Jaime Durán Barba).

Haciendo malabares por sus pasadas críticas a Cristina, Alberto, indicó que hay que convencer de que otros 4 años de Macri, le permitirían llevar adelante «un ajuste brutal», como están previendo los organismos internacionales controlados por las grandes potencias. Obviamente, se destaca Estados Unidos, de influencia decisiva en el directorio del FMI.

Por el lado de Juntos por el Cambio, mejor organizado en materia de comunicación, y con una sorprendente capacidad de adaptación (en ambas direcciones) del peronista Miguel Pichetto, se endureció el discurso. Se machaca con insistencia que lo que está en discusión «es el pasado autoritario y cerrado al mundo» con «el presente democrático y abierto a la integración internacional».

Se exhiben obras de largo aliento y el combate contra la corrupción, mientras se agita el temor – lo hizo la gobernadora María Eugenia Vidal – de que La Cámpora, se convierta en el poder en la provincia de Buenos Aires. Eso ocurriria si vence la fórmula que encabeza el ex ministro Axel Kicillof, de quien Pichetto destacó «su formación marxista», en un acto en el que destacó el «gran coraje» de su nuevo líder, el presidente Mauricio Macri.

Tonificado por el empuje de Macri, hasta el cauteloso jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, denunció sin pelos en la lengua a facciones del kirchnerismo que «se cagaron a tiros» en un frigorífico de San Miguel y a un grupo «de patoteros neo K (de Juan Grabois) que quiso copar la Plaza de la República, en el Obelisco, agrediendo a policías», mientras se realizaba el desfile militar el pasado martes 9 de julio.

Alberto F. logró el apoyo de la mayoría de los gobernadores justicialistas, y del zigzagueante Sergio Massa. Hasta se fotografió con el mandatario de Córdoba, Juan Schiaretti, quien mantiene su equidistancia, aunque reconoce que gran parte de los peronistas de su provincia se inclinarían por el Frente de Todos.

Schiaretti con Alberto F: lo importante es lo que diga «la gente»

«No importa lo que digan los gobernadores, sino lo que haga la gente», contradice Durán Barba, el asesor de Macri.

Los núcleos duros del macrismo y del kirchnerismo ya saben que harán en el cuarto oscuro. Por eso, la indicación es hacer foco y convencer a los independientes, insatisfechos e indecisos, bajando el nivel de agravios. Cuesta por el nivel de intolerancia que se observa en las redes sociales.

Si hasta el atildado Marcos Peña busca provocar la reacción de Cristina y sus fanáticos, al señalar que ella era «socia del dictador (Nicolás) Maduro, y es contraria a las libertades republicanas». No casualmente, Pichetto avivó esa hornalla; le reprochó a Fernández la sutileza con la que se refiere al «régimen venezolano que asesinó a más de 7 mil personas».

La «buena vibra» que dice sentir Macri hacia su cometido de gran parte de los argentinos, es la misma sensación triunfalista que se exhibe del lado del peronismo. Son dos modelos antagónicos que se anulan recíprocamente. A todo o nada, podría sintetizarse con una vulgaridad que no podemos sacarnos de encima.

Periodista. Trabajó en Crónica, NA, DyN, Clarín, Televisión Pública, Canal 13, La Nación y en el diario Río Negro. Becado por la Universidad de Harvard, asistió a cursos de perfeccionamiento en Boston, Estados Unidos. Además estudió en Alemania y Francia.

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