Literatura

Los gatos no viajan (parte II), según Cortázar y Neruda

Para el chileno, el felino "es completo y orgulloso....emperador sin orbe, conquistador sin Patria". El argentino, relató el acercamiento con Teodoro, un aliado sin preámbulos.

Connotaciones políticas al margen, hoy es El Día del Gato. A Humanidad siempre le sorprendieron las repercusiones diarias que tuvo un fragmento de Julio Cortázar, editado en febrero de 2018, como apéndice de una nota más amplia sobre mascotas, titulada entre la obediencia y la independencia, que prácticamente pasó desapercibida en los click de curiosos. Lógico.

Por ello, además de volver a reproducir ese breve texto del autor de «Rayuela», Humanidad agregó otros poemas para deleite (eso espera) de los lectores. Sin ninguna alusión a los ex presidentes Mauricio Macri y Néstor Kirchner. El extinto asumió con gallardía ser identificado con un pingüino, esa ave casi ridícula y mágica vestida de gala. El ¿líder del PRO?, aceptó el mote de Gato en las malas. Política afuera.

Teodoro, de Cortázar

Mi mujer y yo vimos llegar a Teodoro por el sendero que baja al ranchito y era un gato sucio y canalla, negro debajo de la ceniza polvorienta que mal le tapaba las mataduras, porque Teodoro con otros diez gatos de Saignon vivía del vaciadero de basuras como cirujas de la quema, y cada esqueleto de arenque era Austerlitz, los Campos Cataláunicos o Cancha Rayada, pedazos de orejas arrancadas, colas sangrantes, la vida de un gato libre. Ahora que este animal era más inteligente, se vio en seguida cuando nos maulló desde la entrada, sin dejar que nos acercáramos pero dando a entender que si le poníamos leche en una aceptable no cat’s land condescendería a bebérsela.

Nosotros cumplimos y él entendió que no éramos despreciables; salvamos por mutuo acuerdo tácito la zona neutralizada, sin tanta Cruz Roja y Naciones Unidas, una puerta quedó entornada con dignidad para no ofender orgullos, y un rato después la mancha negra empezó a dibujar su espiral cautelosa sobre las baldosas rojas del living, buscó una alfombrita cerca de la chimenea, y yo que leía a Paco Urondo escuché por ahí el primer mensaje de la alianza, un ronroneo confianzudo, entrega de cola estirada y sueño entre amigos. A los dos días me dejó que lo cepillara, a la semana le curé las mataduras con azufre y aceite; todo ese verano vino de mañana y de noche, jamás aceptó quedarse a dormir en casa, qué te creés, y nosotros no insistimos porque pronto nos volveríamos a París y no podíamos llevarlo con nosotros, los gitanos y los traductores internacionales no tienen gatos, un gato es territorio fijo, límite armonioso; un gato no viaja, su órbita es lenta y pequeña, va de una mata a una silla, de un zaguán a un cantero de pensamientos.

Sólo el gato es completo y orgulloso

Emperador sin orbe, de Pablo Neruda

El gato,
sólo el gato
apareció completo
y orgulloso:
nació completamente terminado,
camina solo y sabe lo que quiere.
El hombre quiere ser pescado y pájaro,
la serpiente quisiera tener alas,
el perro es un león desorientado,
el ingeniero quiere ser poeta,
la mosca estudia para golondrina,
el poeta trata de imitar la mosca,
pero el gato
quiere ser sólo gato
y todo gato es gato
desde bigote a cola,
desde presentimiento a rata viva,
desde la noche hasta sus ojos de oro.


Oh pequeño
emperador sin orbe,
conquistador sin patria,
mínimo tigre de salón, nupcial
sultán del cielo
de las tejas eróticas,
el viento del amor
en la intemperie
reclamas
cuando pasas
y posas
cuatro pies delicados
en el suelo,
oliendo,
desconfiando
de todo lo terrestre,
porque todo
es inmundo
para el inmaculado pie del gato.

Colaboradores

Van pequeños aportes de colaboradores de Humanidad. Mara Azul, dedicada a los dibujos, la poesía y el canto, nos comenta sus sentimientos sobre «Archi»


“Respira, no hace más que respirar, vive, no hace más que vivir/ Ahora me mira. Ya no/ Duerme, no hace más que dormir/ Claro, hace algo más, sí: mientras duerme también respira y vive/ Sueña, no hace más que soñar/ Me vuelve a mirar con ojos entrecerrados/ Se estremece al dormir y emite señales sonoras/ Así, a la vez que duerme, sueña, respira y vive/ con los sentidos alerta/ no hace más que sentir”.

Arnaldo, educado en el amor canino, se encariñó con Negrito, un gatito huérfano que «apareció una tarde, de repente, pidiendo urgente anclaje en la puerta de los Paz. Un malevo lo espantó, ¡qué va! Un supuesto malevo. Con maullido comprador, la bolita negra, de ojos verdes, un recipiente de leche consiguió y al malevo desarmó”.

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