Política

«No me van a torcer el brazo»

Puntos sustanciales de la nota de hoy de Alfredo Zaiat son replicadas por Humanidad, que ayer enfocó la entrevista radial del periodista al presidente Alberto Fernández.

Por Alfredo Zaiat (Página 12)

En las primeras semanas de la cuarentena, cuando el temor a contagios y muertes masivas dominaba el espacio público, hubo un clima de tenue convivencia política con los poderes fácticos.

Con la pandemia hubo una tregua inicial sobre la disputa estructural que existe acerca del rumbo de la sociedad argentina, vulgarizada con la palabra «grieta».

En esa breve pausa, con la comunión de aplausos en los balcones a las 21 horas, las palabras solidaridad, unión y colaboración se repetían en medios de comunicación. Había una sociedad de intereses con el objetivo de cuidarse para cuidarnos entre todos.

¿Qué sucedió a los pocos días para que se alterara esa alianza social? ¿Por qué se volvió a agitar «la grieta»? ¿Por qué medios, analistas y políticos conservadores volvieron a intervenir en el espacio público con una elevada carga de violencia simbólica?

En esta instancia es necesario precisar los motivos que explican ese comportamiento y el regreso a las fuentes por parte del poder económico concentrado. Los tres acontecimientos que reanudaron la confrontación con el gobierno de Alberto Fernández fueron los siguientes:

1. El decreto de prohibición de despidos.

2. La propuesta del bloque mayoritario de la alianza de gobierno de reclamar un aporte extraordinario a las personas muy ricas.

3. La oferta de canje de deuda en default virtual.

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Cada una de esas medidas afecta privilegios de grupos económicos y de las familias con más fortunas del país. El éxito relativo de Alberto Fernández en el frente sanitario, con datos comparativos que muestran la oportuna y efectiva decisión de una cuarentena prematura, les brinda a grupos conservadores, paradójicamente, margen para presionar al gobierno.

Si los números de contagios y muertes fuesen como los de Brasil, los últimos comunicados de AEA e IDEA, agrupaciones que reúnen al establishment local, habrían quedado descolocados.

Los respectivos contenidos serían ofensivos hacia una sociedad sufriente, pero como la cuarentena argentina permitió administrar en forma eficiente las consecuencias de la pandemia, esas proclamas a favor de acelerar la flexibilización del aislamiento y de la posición de los acreedores quedan como parte del paisaje tradicional.

Alberto Fernández, al inauguran la cuarta fase de la cuarentena, les contestó: «No me van a torcer el brazo».

Periodismo de guerra

La pandemia no suspendió la disputa política y económica. La dejó más en evidencia. Este tipo de crisis exacerba los sentimientos y las conductas humanas. Y por supuesto, también exaspera y enfurece la disputa política y económica.

Esos tres acontecimientos arriba mencionados alteraron el vínculo tenso que había pero que no era de guerra abierta como el que existe hoy entre grandes medios de comunicación (Clarín y La Nación) junto a algunos grupos económicos contra el gobierno de Alberto Fernández. Otra vez el periodismo de guerra.

Había una pelea estructural que era la presencia de CFK en la fórmula presidencial y en el aporte del kirchnerismo a la alianza de gobierno. Es una participación que las fuerzas conservadoras no pueden tolerar y, por ese motivo, se dedican con obsesión patológica a confrontar con ella y con cualquiera que apenas se acerque a la demonizada letra K.

Esta es la tensión de base de la sociedad política argentina contemporánea, muy bien alimentada por medios de comunicación y analistas muy tóxicos que saben bien como fomentar el odio y la bronca social porque tienen además a su servicio potentes canales de difusión.

Los tres actos de gobierno (empleo, impuesto y canje de deuda) que alteraron a las corporaciones se vinculan con iniciativas que rozan sus privilegios. Para defenderlos no les importa el riesgo sanitario de la mayoría de la población.

Empleo

El Grupo Techint, de la familia Rocca, la más poderosa y de mayor fortuna de Argentina, desafió al gobierno al despedir 1450 trabajadores cuando se había dispuesto la prohibición de despidos.

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Alberto Fernández reaccionó, por televisión cuando anunció la segunda fase de la cuarentena, y sin mencionarlos en particular dijo que eran unos «miserables». Le recomendó que en estos meses «pueden ganar un poco menos».

Techint lidera la campaña de la flexibilización de la cuarentena, del mismo modo que lo hizo en el norte de Italia, con un desastre sanitario y humanitario impactante.

En la región de Lombardía, donde Tenaris es una de las principales empresas, la firma de los Rocca junto a otros conglomerados reunidos en la cámara empresaria Confindustria Bérgamo (agrupa 1200 firmas), repudiaba la posibilidad de la cuarentena con la campaña en redes #YesWeWork y el eslogan «Bergamo non si ferma/Bergamo is running» (Bérgamo no se detiene).

Fue la zona de Italia más devastada por la Covid-19 debido a que continuó la actividad como si nada sucediera. No se declaró zona roja por presión de los empresarios y se convirtió en el área con más muertes e infectados por coronavirus por habitante de Italia.

La lógica corporativa es que los contagios y las muertes de trabajadores y sus familiares no deben interrumpir la producción y la generación de ganancias.

A partir de ese conflicto con Techint apareció en el debate público local el falso dilema Salud o Economía cuando, en realidad, es Salud y Economía, en la estrategia oficial.

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