Si en 2015 se dependía de Mauricio Macri, para ganar al kirchnerismo, con las ulteriores “falencias” para gobernar, para 2023 no hay una única cabecera, sino un espacio horizontal en el que “sobran dirigentes” obligados a organizarse y constituir una alternativa al Frente de Todos. Tal la apretada síntesis de la reaparición pública que hizo anoche el expresidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, mientras Nicolás Massot, estrecho colaborador del PRO, ponía reparos a la postergación de las PASO (lo que parece ser un hecho) y reclamaba la implementación de una boleta única.
De bajo perfil, Monzó no ocultó, en diálogo con Diego Sehinkman, estar alineado con el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta y su preferencia por figuras como Fernán Quirós, su ministro de Salud (en contraste con la de Patricia Bullrich).
Cascoteado por Jorge Macri, el primo del expresidente que insiste en sacarle tarjeta roja, Monzó ratificó su pertenencia a Juntos por el Cambio, desde donde propuso abrir el espacio con diálogos y acuerdos que expurguen a los violentos y odiadores y cierren “una década de polarización improductiva y agresiones”.
No terminó de delinear su andarivel: aceptó tener buena sintonía el intendente Gustavo Posse y el senador Martín Lousteau, ambos radicales y con peronistas como Miguel Pichetto y Joaquín de la Torre, con llegada a intendentes y gobernadores del PJ.
Manifestó Monzó disgusto por la canalización emocional negativa que tienen las redes sociales (puso como ejemplo la campaña que llevó a Donald Trump a la Presidencia de EE.UU), pero también rescató aspectos positivos de la revolución digital.
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Con libreto propio, de Vido, defenestró a empresarios. Cuestionó a ministros de Alberto. Dijo que es momento para «nacionalizar» servicios y consideró que Cristina está «en una etapa de reflexión».
Descartó cualquier tejido con Florencio Randazzo, aunque celebró su reinserción política, valiosa – subrayó -, por haber demostrado capacidad de gestión.
Reconoció que JxC está en un dilema para ordenarse en medio de la pandemia que provoca la zozobra de la sociedad. Exhortó a actuar con humildad. “Los dirigentes somos vanidosos y funcionamos en compartimentos estancos. Debemos dialogar más entre nosotros”, advirtió.
Reivindicó los contactos con todos, incluidos Máximo Kirchner, Wado de Pedro y Sergio Massa, pero apuntó que en 4 años en el Congreso “nunca hubo acuerdos con el kirchnerismo”, y sí con el peronismo clásico, que apoyó las medidas pedidas por Cambiemos.
Dijo que necesariamente se viene una renovación “generacional”, a través de sistemas institucionales más eficientes (habló puntualmente de la provincia de Buenos Aires), mayor autonomía de los municipios (se ilusionó con dividir La Matanza) y eliminación las boletas sábanas.
En paralelo, Massot avisó que insistirá en que no se avance con la suspensión de las PASO, aunque aceptó discutir que la concurrencia no sea obligatoria.
La dificultad para ambos es que ya hubo una resolución de la mesa de la coalición, hecha pública, con matices, por Cristian Ritondo, Mario Negri y “Lilita” Carrió. La líder de la Coalición Cívica trató de “inmorales” a quienes, como Massot resisten la postergación, bajo el argumento de que se trata de “una trampa dialéctica” del oficialismo.
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