Carriles separados. Podrá persistir el disgusto por la aprobación de la ley de aborto en la Argentina y la labor previa de “pressing” de su secretaria Vilma Ibarra sobre varios senadores; los ecos de la protesta del arzobispo platense, “Tucho” Fernández, por las restricciones debido a la pandemia para dar misa a más de 10 personas en espacios abiertos; y la irritación por el dispendio de llevar una comitiva de periodistas cuando es momento de destinar recursos a otros fines. Sin embargo, el papa Francisco se puso por encima de esas “miserias” humanas y recibirá el jueves en el estudio Aula Pablo VI, al Presidente «del fin del mundo», con el fin de abordar un flagelo humanitario: aliviar los «pagadiós» que recaen sobre países con problemas estructurales de subdesarrollo, entre ellos el que lo vio nacer, en el barrio de Flores.
Sobre la “inoportunidad” del encuentro, escribieron hoy dos cronistas con llegada al jesuita. Primero, según Alicia Barrios y Sergio Rubin, hubo un NO, pero fue tanta la insistencia, que el Papa concedió la audiencia, a la que no serán ajenos dos de sus funcionarios favoritos, a los que pretende consolar por el zamarreo político que sufren – estoicos -, en Buenos Aires: el ministro Martín Guzmán, y el responsable del – prácticamente inexistente -, Consejo Económico y Social, Gustavo Béliz.
Los especialistas en Francisco y/o temas religiosos, sugirieron que Alberto Fernández, débil y dependiente a todas luces de la vice Cristina Kirchner, va en busca de “un espaldarazo”. Nada mejor que cobijarse bajo el manto de la unidad nacional: la deuda externa con el FMI y el Club de París no la saldarán los funcionarios contrayentes, sino el pueblo, con índices devastadores de pobreza, desempleo e impotencia frente al acecho del coronavirus.
Alicia Barrios, distinguida en público por el Santo Padre, recordó una anécdota: “A Francisco sus alumnos de la Inmaculada Concepción de Santa Fe le decían Carucha. Así – relató dando cuenta de la confianza entre ellos -, lo llamamos en la intimidad más absoluta. Cuando todos creen que está cansado, no es así. Se enoja. No es una persona que vaya a caretear, a fingir. Carucha no disimula”.

Guzmán, recibido recientemente con un trato especial por Francisco, fue luego cascoteado por La Cámpora, porque intentó despedir – a través de los medios hegemónicos -, al subsecretario de Energía, Federico Basualdo. Su presencia en Roma es clave: tiene programado verse con la directora del Fondo, Kristalina Georgieva, para abordar asuntos tan sensibles como la marginalidad y el hambre en este tiempo de excepción pestífera.
“(Jorge) Bergoglio ama a la Patria (que es la suya a pesar de su actual carácter ecuménico) y no quiere que se muera”, acentuó Barrios. Rubin puso el foco en la pretensión del Papa de evitar ser «manipulado». Improbable esto último. Francisco conoce el paño, porque también se sumergió y emergió en aguas del peronismo.
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