En octubre del año pasado, Humanidad cubrió una charla en la que el dirigente social Juan Grabois advirtió que “si la única ventanilla que tienen los desesperados de la Argentina para pedir algo que les permita llegar a fin de mes el es Plan Potenciar Trabajo, inevitablemente en un par de meses más, las avenidas de Mayo y 9 de Julio se convertirán en un corsódromo”.
Pasó ese lapso de tiempo – y muchas cosas, como el acuerdo con el FMI y los cortocircuitos internos en la coalición gobernante, ante una oposición sin propuesta unitaria y sin líder indiscutido -, por lo que éste portal levantará su autocensura, dado que el pronóstico de Grabois, cercano al papa Francisco, resultó certero.
Durante el primer encuentro de Trabajo con Derechos, del que participaron también la titular de la Anses, Fernanda Raverta y Pablo Chena del ReNaTEP, Grabois reveló que al margen del millón de personas que están registradas, hay más de 8 que trabajan informalmente en forma dispersa.
Convocado por la Fundación de la Universidad Latinoamericana de las Periferias (que en ningún caso pretende sustituir a las universidades públicas, se aclaró), cuestionó al neoliberalismo, fundamentalmente por provocar “la destrucción de la planificación estatal. No gobierna el gobierno, sino el capital”, sostuvo.
Rescató lo hecho parcialmente en 12 años de kirchnerismo – destacó la renacionalización de empresas estratégicas y la recuperación del sistema de seguridad social -, pero insistió: “no se pudo recuperar la capacidad de planificación, los viejos planes quinquenales”.
Al definir la difícil situación de hoy, señaló que existen “estrategias de resistencias frente al paradigma neoliberal”. Describió formas de trabajo “degradantes y degradadas” en una economía popular no organizada que alcanza el 90 %. Informó que en la UTEP están insertos un millón de personas.
Tras aportar cifras, reclamó, en coincidencia con Raverta y Chena: registrar al mayor número de trabajadores informales como escalera de ascenso social; reconstruir/reconvertir a la Argentina a través de la Ley de Emergencia Social; establecer un salario complementario universal y discutir en un ámbito unificado programas de desarrollo que favorezcan al consumo interno y la industria nacional.
Grabois explicó que el empleo privado podría subir “con toda la furia” de 5 millones 7 y medio. “El panorama es catastrófico”, deslizó.
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En un mensaje a movimientos populares, Francisco reclamó a las naciones poderosas condonar deudas externas, establecer un sistema de decisión multilateral, un salario básico universal y reducir la jornada de trabajo.
Puso énfasis en encontrar un lugar real de toma de decisiones “para un lado u otro” y salir de la “arbitrariedad” basada en “las relaciones de fuerza” de los diferentes sectores.
“La responsabilidad – apuntó -, la tienen las máximas autoridades; ni siquiera un ministro. Es el tema más urgente, de los 13 millones (de trabajadores informales), 8 millones son pobres de toda pobreza”.
Cuando un cartonero preguntó si la sociedad está preparada para producir la transformación, Grabois reiteró que convertir los planes en Potenciar Trabajo sería “una infamia”, asumiendo “la ideología de la derecha”.
Luego de indicar que un salario universal insumiría 2 puntos del PBI, reconoció que en los estamentos oficiales “no hay un criterio común. Nadie tiene la receta. Me frustra, me dan ganas de llorar, cuando el gobierno no crea el espacio para decir cómo hacerlo, después de haber convocado la mesa (del hambre) de (Marcelo) Tinelli”.
Para Grabois es imperioso “saber hacia dónde vamos. Alguien tiene que cortar el bacalao…lo digo con la esperanza que esto termine bien”.
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