Por Eduardo Gómez Zaragoza de la Rosa de Córdoba
Algunos se podrán afanar del título elegido para regodearse en la sabiduría popular: «¡Pero cómo no va a ser difícil el chino!», exclamarán hacia sus interiores mentales. Venga, que es muy sencillo decir que algo que no conoces es complicado de aprender. Pues el problema radica allí mismo, en el hecho de que como no sabes un pingo, más vale que sea difícil.
Venga, hablando en serio, ahora sí. El mandarín presenta un seria dificultad, que ya anticipaba Karl Marx en el siglo XIX: cómo conseguir el dinero para pagar por su educación. Es que indudablemente el contexto actual, con una cantidad de información tan democrática como la que ofrece Internet, permite que con solo pagar las tarifas de electricidad y wifi se acceda a vídeos, páginas y experiencias ajenas que cuentan las mejores formas autodidactas para aprender el chino. Pero con eso no basta.
El sistema nos hizo un gran engaña pichanga, quizá el más perverso de la historia de la humanidad: tenemos gran parte del conocimiento posible a nuestra merced, ¿pero somos capaces de asimilarlo? «Por supuesto que sí, venga, que no soy estúpido», dirá un lector cualquiera. Y… con todo lo que puedes aprender… ¿por qué todavía no te has convertido en un gran erudito?

Es que -y volviendo al idioma «más difícil del mundo»- ser autodidacta es algo que se construye con la constancia y la autodisciplina. La cantidad de oferta audiovisual que hay en el mundo digital crea distracciones y hace perder la atención y la capacidad de retener contenidos. Un simple ejemplo está en la duración de los vídeos de Youtube y su permanencia en ellos. Aunque en realidad todo se relaciona con cuánto de lo que nos interesa se encuentra en aquel contenido. Y si nos gusta mucho el chino -y tenemos tiempo-, nos vamos a quedar en él.
Pero yendo específicamente a la cuestión de clases -qué suerte que pasamos la guerra fría, porque sino este humilde escritor estaría pasando a ser interrogado por los agentes de la CIA luego de haberlo interceptado en una esquina de su casa y haberlo metido en una camioneta en dirección a un sitio sustentado con váyase a saber qué tipo de fondos-, el que no tiene plata no estudia. O sí, si es que ciertas situaciones extraordinarias lo rodean.
El chino no es complicado. Hace falta atención, constancia y una voluntad que puede flaquear en el camino, pero que tenga la fuerza mínima para no abandonar, a pesar de que los caracteres están quedando para el… tuje.
我不是很聪明, 可是我会说一点儿汉语。Si tienes ganas de comenzar esta gran aventura, pues iníciala. Será un aprendizaje para la Vida. ¿Y qué aprendizaje puede ser dañino? Hasta de lo más doloroso podemos encontrar restos fósiles con los que conocernos mejor y al mundo. Porque el objetivo final no es viajar a China o ser un sabelotodo, sino vivir bien. Y para ello hay que hacer lo que gusta y lo que nos mantiene en forma. Venga, que también les puedo hablar de las ventajas del ejercicio físico, ¡pero será en otra ocasión!
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