Por Eduardo Gómez Zaragoza de la Rosa de Córdoba
Hoy te vi, Beatriz. Me detuve un momento fugaz a corroborar tu identidad en plena calle, pero ya te había confirmado al segundo de haberte visto. Imposible fallar a tan poca distancia. La tristeza que me nublaba la mente me impedía mirar hacia adelante, recién salía de una reunión y sentía la pesadumbre sobre mis hombros.
De repente levanto la vista y allí estás, con la mirada fija. Cuando nuestros cuerpos se cruzan te detienes a ver la hora en el reloj que llevas en tu muñeca derecha y sigues de largo. ¿Era la derecha, cierto? ¿O el buceo por mi memoria me invitó a crear una imagen por la simple necesidad de tenerla?
Sigo triste, terriblemente abatido. No se qué me pasa, pero algo ocurre. No importa. Mañana seguramente mis preocupaciones cambiarán. Porque la vida es cambio constante a pesar de que creemos que vivimos en el mismo lodo siempre.
Busco y encuentro. Encuentro y pierdo. ¿Para qué busco?
Con el tiempo nos vamos domesticando para censurar todo lo que nace de nuestros impulsos. Mejor. ¿Quién quisiera vivir a base de ellos? Eso podría llevarnos a un precipicio sin retorno. Hay que saber controlarse, por supuesto. Pero… ¿te estas controlando tu o te están controlando los demás?
Hace poco me pregunté si todo esto era un sueño. No, esto no es un sueño. No queda otra que atravesar el día a día pese a quien le pese. Aunque la locura del vivir conlleve viajes que a veces cansan demasiado.
Vivir la vida conlleva un poco de todo. Por lo que veo, quienes más perduran son los grises. Los que aprenden a sobrellevar las cosas sin tanto escándalo. Vamos, que si hay que trabajar de esto lo haremos. Que si esta es la carrera del futuro me meto. ¿Éste es el nuevo jefe? Okey. Venga, que hagan conmigo lo que quieran.
¿Soy un librepensador o soy un idiota? ¿Soy un rebelde o soy un vago? Vaya definiciones. Venga, que todos somos un poco vagos, estúpidos y rebeldes.
En fin, hoy te vi, Beatriz. Me encontraste en una circunstancia fatal. Estoy empezando a recordar que, en algunos de los momentos más oscuros, la Vida me trae las mejores sorpresas. Aunque en otros simplemente me mira mientras me retuerzo solo, con mis pensamientos inocentes y mi vergüenza injustificada.
0 comments on “Hoy te vi, Beatriz”