Las ganas de un joven pueden llevar a que un mundo entero se mueva. A que el planeta gire mil y un veces más rápido que en su estado normal. Porque la emoción y la energía son los dos pilares del avance humano. Por supuesto que estas dos materias no son exclusivas de la juventud. Todos podemos ser jóvenes por dentro, al igual que podemos ser niños y adultos mayorcitos. Existen adolescentes que tienen una mente tan madura como la de un viejo sabio ateniense, y hay adultos que tienen cadenas que no le permiten desarrollar ciertos aspectos ligados a cuestiones humanas como la empatía y el raciocinio.
En definitiva, la energía está teniendo la edad que se tenga. Ahora bien, ¿qué deben hacer aquellos y aquellas que se le desborda a un punto tal que quieren con su ser cambiar al mundo? En el libro «Gran saber» el pensador chino Confucio (quien vivió hace más de 2.500 años) recomienda lo siguiente.

«En los tiempos antiguos, los que desearon mostrar las cualidades de la iluminación al mundo entero, primero llevaron el orden a su nación. Los que desearon llevar el orden a su nación estabilizaron primero su familia. Los que desearon estabilizar su familia primero se cultivaron ellos mismos. Los que desearon cultivarse ellos mismos primero pusieron en orden sus pensamientos. Los que desearon poner en orden sus pensamientos, confirieron sinceridad a sus intenciones«.
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