Una “tormenta perfecta” de largo plazo – a partir de la guerra entre Ucrania (respaldada por la OTAN) y Rusia -, afectará al mundo: se dejará atrás el fenómeno de la globalización conocido cómo hasta ahora – arrastrando tras de si penurias económicas y hambrunas, sobre todo en África y Medio Oriente -, y derivará en nuevos mecanismos de cooperación y coordinación entre las dos superpotencias – Estados Unidos y China -, forjando un nuevo orden planetario.
Tal la conclusión del experto internacional Jorge Castro en una exposición cerrada en la Bolsa de Comercio, en la que no dejó de señalar que EE.UU. es el que maneja la OTAN – subordinando accesoriamente a las fuerzas ucranianas -, y que China está detrás de Rusia.
En ese contexto, hizo notar que países como Francia, Alemania e Italia, quieren terminar cuanto antes con el conflicto por la triple crisis desatada: alimentaria, energética e inflacionaria. Para ello proponen “negociar” con Rusia, “reconociendo sus intereses de seguridad”.
Para Castro, funcionario de asuntos estratégicos durante la presidencia de Carlos Menem, el epicentro de la crisis se encuentra en Estados Unidos, donde Joe Biden “es un presidente débil” en esta primera guerra global del siglo XXI, con posibilidades ciertas de perder la mayoría en ambas cámaras legislativas en las elecciones de fin de año.
Para los países emergentes, entre los que figura la Argentina, el sablazo pasa por la devaluación de la moneda, porque “el hecho crucial” es que en los países capitalistas, tal como estaban conformados, se produjo “una ruptura en los mecanismos de cooperación y coordinación”. Ello impactó en 88 mil empresas y otras 600 mil integradas en forma instantánea por la revolución técnica, en especial la digitalización.
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Por algo se le atribuye a Perón ser el creador de la Tercera Posición: tras la visita de un enviado de Biden a la Argentina, el embajador en Washington señaló que China y Rusia no eclipsan a EE.UU.
Los datos de Castro espantaron a los hombres de negocios argentinos: el FMI pronostica una recesión en 143 países que representan el 86 % del PBI mundial. El francés Emmanuel Macron, está alarmado por el vacío de la oferta de trigo, aceite de girasol y fertilizantes, provenientes de Ucrania y Rusia.
Por supuesto, según Castro, la coyuntura también traerá “un huracán” sobre el sistema financiero internacional, con una recesión energética profunda que se prolongará por lo menos hasta fines de 2023, por la dependencia europea del gas ruso, y el alza notable en el precio de los combustibles y los alimentos.
En la zona de Europa, la inflación oscilará arriba del 8 % y en el Reino Unido, con Boris Johnson de salida, en 9 %.
No dejó de hacer notar Castro las contradicciones internas que existen en Estados Unidos, donde también hay fractura expuesta y polarización, con altas tasas de interés y ondas recesivas.
Acuñó una frase: “destrucción creadora”. Hacia abajo, el país gobernado hoy por Biden debe apuntalar la democracia local y la descentralización, pero hacia arriba, apostar por incentivos fiscales, impositivos y culturales que apunten a la creatividad, productividad y la búsqueda de ganancias comerciales.
La innovación y el conocimiento estarán en el centro de la actividad productiva y la relación con China seguirá sosteniendo – a la vez que la competencia – el intercambo comercial, que alcanzó un pico histórico absoluto en 2021 con 750 mil millones de dólares.
Castro llamó a prestar atención en los próximos años (entre 4 y 8, mencionó), que es cuando Estados Unidos y China, “el imperio del medio del siglo XXI”, tendrán que encontrar mecanismos de cooperación y coordinación para “forjar un nuevo orden” donde subsistirá la puja comercial, quizá de una manera diferente “a la vida o la muerte” como se observa en estos días.
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