En la fase del poliamor – con su contracara de rigor -, el revoltijo político en la Argentina, gobernada por el Frente de Todos, reconoce la hegemonía de Estados Unidos – con más tolerancia desde que el demócrata Joe Biden reemplazó al republicano Donald Trump -, pero eso no eclipsa otras relaciones que irritan a la potencia del Norte, como son el sesgo del peronismo más a la izquierda, con China y Rusia.
“Hubo un guiño”, dijo y parpadeó sucesicivamente con los dos ojos el embajador argentino en Washington, Jorge Argüello, tras de la reciente visita de Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional de EE.UU. El presidente Alberto Fernández, amigo del diplomático desde épocas universitarias, confía en lograr “un acuerdo por la deuda en los próximos meses” con el FMI y habilitar antes de fin de año, una reunión en la Casa Blanca con su colega Biden. Dependerá – mucho -, de cómo se desarrolle el proceso electoral – agrietado – en ciernes y que culminará en noviembre.
Multilateralismo, cambio climático, Argentina como factor de equilibrio en Sudamérica – luego de la ratificación del brasileño Jair Bolsonaro, en su alineamiento con el desplazado Trump -, facilitaron el diálogo. Preocupaciones: la expansión china como potencia extracontinental, proveedora de la tecnología 5G, en una carrera que tiene a Estados Unidos corriendo de atrás.
“No hubo veto, en ningún momento”, aseguró Argüello, sin de dejar de reconocer que en todos sus discursos Biden hace notar inquietud por “la penetración progresiva” de China en la región. Lo explicó el analista Jorge Castro: no hay posibilidad de un retorno a lo que pasó en la Guerra Fría. Hoy hay competencia comercial estratégica – dura -, pero a la vez complementaria en el marco de la Cuarta Revolución Industrial.
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Al definir el vínculo entre EE.UU y China, el experto Jorge Castro, destacó la importancia para la Argentina de acercarse a Brasil y afianzar su liderazgo en conocimiento biotecnológico.
Fuentes diplomáticas argentinas deslizaron tras la prolífica visita de Sullivan, de 44 años, que la vicepresidenta Cristina Kirchner, dio luz verde a las nuevas gestiones del ministro Martín Guzmán, quien argumentó ante la secretaria del Tesoro, Janet Tallen, para que pese la influencia de su país en el FMI. Sería a través de David Lipton, el número dos que habría “perdido el debate interno” en el organismo, cuando Christine Lagarde, previo impulso de Trump, hizo aprobar un préstamo de 55 millones de dólares, solicitado por la administración de Mauricio Macri, en 2018.
“No tenemos compromisos ni aceptamos imposiciones de nadie”, es la frase puesta en boca de Alberto al hablar con Sullivan, sobre el desembarco en la Argentina de la empresa Huawei.
¿Y con las vacunas? Si hubo un entendimiento primerizo con Rusia y China, ahora se concretó un entendimiento con Pfizer, y USA donó 3,5 millones de dosis de Moderna. Se prepara, además, para un nuevo envío gratis. Más vale tarde que nunca. Se da en un momento en el que el Gobierno necesita ayuda, obsesionado como está por inmunizar a la mayor cantidad de personas posibles y reactivar la economía, maltrecha por la inflación y la pobreza.
Si hubo otros planteos – es probable que sí – por los entendimientos argentinos-chinos, se inscribieron en un tablero mundial: la pesca indiscriminado en el mar del Océano Atlántico, por caso, compete también a buques de otras nacionalidades, como España y Taiwán, entre otros.
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