«Uno de cada dos argentinos se iría del país si pudiese», diagnóstico el analista Mario Riorda. Solo entre el año pasado y este, la cantidad de jóvenes que quieren irse del país aumentó 18%. El total de los que piensan así llega al 78% y el porcentaje total de la población que desea abandonar el lugar en donde nació y en donde se crió alcanza al 52%, desmenuzó hoy en un reportaje radial.
Director de Mestría en Comunicación Política de la Universidad Austral, Riorda basó sus dichos en datos duros que surgen del resultado de una encuesta que abarcó a pueblos chicos, medianos y ciudades.
Con números, trató de demostrar cómo de aquella Argentina de la ira y la bronca de 2001 se pasó a una de la depresión y la tristeza en la actualidad. En el primer caso se creyó que se trataba de «un cambio de época», pero pocos podrían afirmarlo que lo fue. La actual situación, ¿servirá para cambiar algo, para alimentar la capacidad de salir del pozo una y otra vez o simplemente nos marcará profundamente con la reconfiguración de un mapa de emigrantes que buscan algún horizonte?
Riorda explicó que el objetivo del estudio, en su tercer año, trata de analizar cuestiones que tienen que ver con el bienestar personal, la satisfacción con la vida, la relación entre Estado y mercado, la percepción de lo público, el pulso de la idea migratoria, y que se hace en pueblos y ciudades de todo el país.
El analista sostuvo que «la juventud no es solo la menos optimista, sino que al incrementarse en 18% la idea de irse del país, ya excede cualquier idea de que es un discurso de solo un sector político». Se trata, dijo, de una franja de 15 a 24 años que aspiran a irse y «cuyo mensaje habla de la insatisfacción».
He aquí una síntesis estremecedora de los números aportados por Riorda_
- El 78% de los jóvenes se quiere ir del país.
- – «El 52% del total de la población pretendería o se iría si tuviese la oportunidad».
- – «La mitad de los argentinos cuando se levanta se siente que no descansa bien».
- – «Por primera vez en 15 años, el mercado es un poco mejor valorado que el Estado».
- – «Mientras más grande es la ciudad, más tristeza hay».
- – «Ha caído la percepción de soledad y crecido la de importancia de la familia».
A nivel interno, Riorda indicó que «por tercer año consecutivo es más grande la cantidad de gente (que se va) de grandes ciudades a pueblos, que la gente que vive en pueblos que quiera irse a grandes ciudades«, según el estudio que dirige. «Demoledor y triste», subrayó.
Para el experto todavía hay consecuencias de la pandemia, que «es una sumatoria de stresses, que es una sumatoria de la pandemia a la que se le suman situaciones actuales«.
Entre los buenos elementos recopilados de la encuesta, Riorda mencionó que hay mayor confianza en el otro, en la familia, pero que la gente no descansa bien, lo que llamamos ‘cansancio pospandémico’«, dijo.
«Si bien hay más confianza ciudadana, hay menos en instituciones de la mediación comunitaria cotidiana» entre los que mencionó a cooperativas, iglesias, entes intermedios. Completó: «Baja la satisfacción con el mercado y el Estado, pero el mercado por primera vez en muchos años es más valorado que el Estado».
Frente a la inflación, detectó el ejercicio de dos estrategias: «Consumo menos» y «busco ofertas». «Hay gente que frente a la inflación acopia, pero la mayoría consume menos», indicó. En los pueblos la reacción es distinta a la que se registra en las ciudades.
«Todo lo que hace a la felicidad o la tristeza, favorece a los pueblos y baja en las ciudades», dijo, en donde mientras más lejos de las grandes ciudades, mayor es la percepción de felicidad.
- Con información aparecida en Memo
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