Veintitrés puntos de rating fue lo que cosechó la primera noche del programa «Gran Hermano, edición 2022«. Fue después de al menos seis años fuera de circulación, en los que las historias de egos y peleas nimias quedaron en la calle. Ahora el reality va a recoger los conflictos de 18 participantes con 65 cámaras y 87 micrófonos.
Es que lo que se pone en juego en este programa (los patrocinadores) hace que cada asunto deba ser filmado. De lo aburrido a lo importante y el posterior recorte hay un gran trecho, porque el entretenimiento tiene que ser constante para mantener bien arriba esas mediciones de audiencia. Así se reflejó el último lunes con el conductor Santiago del Moro a la cabeza, quien al igual que a Diego Leuco, se lo ve con mucha energía para el espectáculo mas que para la política.
Justamente de eso se trata. De distender a la gente y llevarla a un lugar de suma superficialidad y poco contenido intelectual. A veces eso trae paz mental, aunque sea por unas horas. Sin embargo, esto no es razón suficiente para subestimarlo. Desde lo tonto y lo poco profundo se puede analizar por qué nos comportamos como nos comportamos entre nosotros.
¿Continuará el alto rating? Todo es volátil. Pase lo que pase, la vuelta de GH marca el recuerdo de que la sociedad es política, pero también superficial. En un contexto de apatía social y de hartazgo con los dirigentes que no dirigen nada, la oda al ego divierte un poco. Y la diversión es necesaria para no explotar.
Humanidad 
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