A Horacio Rodríguez Larreta, a cargo del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, le cuesta “romper” o siquiera “plantarse” ante su jefe del político PRO a nivel nacional, Mauricio Macri. Sin embargo, en el acto del festejo radical por la recuperación democrática, en Costa Salguero, “blanqueó” su sociedad con Martín Lousteau, el senador por la UCR que aspira a sucederlo en 2023. Y en presencia – nada menos -, que del gobernador jujeño Gerardo Morales, alistado para disputar una presidencial en 2023 (¿y Facundo Manes?) que permita dar consistencia a una coalición que demostró no tener el mejor equipo de los últimos 50 años para gobernar entre 2015 y 2019.
Así como hay fragmentos voladores en el Frente de Todos – bien peligroso pues tiene la misión de administrar el país, convulsionado interna y externamente -, hay amalgamas sueltas en Juntos por el Cambio, Juntos, Cambiemos, según la preferencia de los dirigentes que van tirando cada uno por su lado. Halcones y palomas que, por efecto del triunfo de Lula en Brasil y su llamado a la pacificación y la unidad, tratan de sepultar las esquirlas de odio que no dejan de silbar silbar – y dañar -, en la superficie nacional.
Que en la oposición habrá disputas en el 23 no cabe la menor duda, puras y/o con entrecruzamientos: dependerá de la impronta de Macri y Patricia Bullrich, por un lado y la moderación de Larreta, por el otro, que preferiría no pelearse con nadie y tener todos adentro, aún a los que le generan ruido.
“Larreta está presionado y le cuesta decidirse: no le gusta competir, pero lo están forzando”, estimó el politólogo Andrés Malamud para quien la suspensión o no de las PASO serán determinantes. Hoy no hay número para dejarlas de lado. El profesor en Portugal cree que Larreta tiene “poca valentía” y no es indiferente al efecto que podrían tener la anulación de las primarias abiertas, internas y simultáneas, aunque esa no sea la opinión de Jesús Rodríguez. #l auditor general de la Nación, está empeñado en insuflar energía “alfonsinista” al cometido del “resiliente” (al menos territorialmente) centenario partido. “No al manoseo y manipulación electoral”, agita.
Morales, un patrón de estancia que se impone como una especie de caudillo peronista, le pide al dialoguista presidente Alberto Fernández, que se sume a su cruzada de impulsar “debates sin fracturas”, con reglas claras para los inversores externas y cuidado del medio ambiente. A Cristina no la menciona. Se limita a afirmar que el kirchnerismo levantó el barrillete del odio, al que le insufla – reconoce, sin ser necio – fuertes vientos dirigentes del PRO. Prefiere no señalar directamente a Macri.
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