La superación de los daños causados por la actual «polarización perniciosa», tendría que ceñirse a «una sola estrategia: la despolarización», con un «un papel de primer orden los líderes políticos», escribió hoy en La Nación el sociólogo Juan Carlos Torre.
Remontándose a grietas antiquísimas – entre conservadores y radicales; peronistas y antiperonistas -, Torre rescató el reencuentro entre Juan Perón y Ricardo Balbín y los posteriores acuerdos protagonizados por Raúl Alfonsín y Carlos Menem.
Argumentó Torre que «el clima de crispación política en el que estamos es el resultado de decisiones que han tomado líderes políticos», y que «el primer movimiento para cancelarlo» debe ser hecho por ellos mismos.
«La suerte de la estrategia de despolarización se juega, pues – adujo -, en el vértice de los dos grandes bloques de la política argentina y depende de una tarea urgente y complicada: neutralizar a las corrientes más radicalizadas del Frente de Todos y Juntos por el Cambio».
Agregó: Esta movida en el tablero de la política tiene un objetivo: allanar el camino de una dirigencia dispuesta a acordar – y, por lo tanto, a sustraer de la competencia -, políticas públicas que pongan freno al deterioro institucional y la regresión social en curso».
Aventuró como «complicada» esa tarea. «Quienen decidan encararla – estimó -, tienen por delante dos obstáculos. Por un lado, el costo de romper con lazos y solidaridades forjadas a lo largo de una carrera política. Por otro, vencer el escepticismo que campea entre los interlocutores de la vida política como producto de la visión en blanco y negro que ha alimentado la larga temporada de la polarización perniciosa».
En su rol de «observador comprometido», el autor del libro Diario de una temporada en el quinto piso (del Ministerio de Economía), indicó que los actores democráticos tienen la responsabilidad de «cómo llevarla a la práctica, en qué tiempos y bajo que condiciones».
Parafraseó a Martin Luther King y contó su sueño: «Ver como se retoma ese espíritu de reconciliación plasmado en el abrazo entre Perón y Balbín y se sale a la busca de comunes denominadores entre el campo no peronista y el campo peronista con el fin de construir a partir de ellos una coalición de gobierno»
Para Torre, «aislada de sus facciones extremas y con el respaldo de sus corrientes moderadas, una concertación entre los dos polos tiene ventajas a la hora de sacar al país del pantano»
Expuso: «1) genera la confianza política y los apoyos necesarios para sostener políticas a lo largo del tiempo; 2) reduce la incertidumbre sobre el futuro al contrarrestar la tendencia a cambiar de rumbo con cada gobierno y 3) pone paños fríos al factor enemistad política que complica la gestión de conflictos en el terreno»
Agregó que, además, «una política de acuerdos como la que aquí se alienta cuenta hoy con un recurso invalorable a explotar en su favor: el creciente malestar social provocado por la persistencia de un estado de confrontación que juega en contra de los proyectos individuales de franjas importantes de la población e incrementa la abstención electoral».
Reconoció que la concertación «no abre las puertas al porvenir luminoso» para terminar «de un día para otro» con los problemas estructurales del país.
No obstante, consideró que habría que hacer el intento «porque los proyectos de corte voluntarista terminan con demasiada frecuencia en un callejón sin salida y colapsan».
«Antes que hecha de gestos decisionistas y fulminantes, concibo la empresa del cambio como un laborioso proceso de reformas del statu quo y también de compensaciones, comandado – profundizó -, por el arte de la negociación política«.
El libreto de Torre se corresponde «con la coalición de un gobierno transversal», dado que definió a la crisis argentina de «grave y terminal».
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