León Ferrari bregaba por desterrar la idea del infierno. Tenía la idea de que un dios todo amor, no podía condenar a nadie a tormentos eternos. Patentizaba esa crueldad sometiendo a los íconos del cristianismo a padecimientos parecdidos para que la gente recapacitara.
Humanidad eligió ese concepto para reflejar la personalidad del irreverente artista. Lo escribió ayer, a 120 años de su nacimiento, el periodista Nino Ramella, quien dijo sobre Ferrari: «No lo entendieron. Era la expresión de la bondad misma y los fanáticos religiosos lo satanizaron».
León Ferrari – recordó Nino -, había fundado el Club de impíos, herejes, apóstatas, blasfemos, ateos, paganos, agnósticos e infieles (CIHABAPAI). Cada año esta «institución» remitía una carta al Vaticano pidiendo la abolición del infierno.
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Piezas donadas por la familia del artista argentino fallecido en 2013, son exhibidas desde hoy en el Reina Sofía, en Madrid. Natividad Pulido, de ABC, auguró una «gran polvareda».
«Siempre imaginé – comentó -, al funcionario que la recibía en Mesa de Entradas del Vaticano. ¿A qué oficina la derivaría? ¿Se armaría un expediente? ¿Qué dirían las diversas providencias de las distintas áreas por las que pasaba? ¿Alguien decidiría algo? ¿La archivarían? ¿Qué diría la portada del expediente? Total, si abolieron el Limbo…tal vez el pedido no resultaba tan descabellado. ¡Maravilloso el sentido del humor del genial León!», cerró su comentario Ramella.
Humanidad 
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