Periodismo Política

«Entre ustedes hay un traidor…»

Por gentileza de Pablo Perantuono - autor junto con Fernando Soriano de Turco, de la biografía no autorizada de Jorge Asís, hoy rimbobante analista político -, Humanidad publica el prólogo del libro. Una historia enraizada en el diario de la clase media argenta.

El que no avisa, traiciona

“Antes de que se vayan quiero aclararles algo: entre ustedes hay un traidor… Hay uno de ustedes que está negociando conmigo el retiro de la empresa”.

Entonces, en la oficina de Marcos Cytrynblum, secretario general de redacción de Clarín, el hombre más poderoso del diario más poderoso de Argentina y Latinoamérica, se hace un silencio espeso, incómodo.

Ninguno de los cinco periodistas que lo escucha pide una aclaración o repregunta algo. La frase del «ruso», el hombre que maneja los destinos de “la cuadra” y de la tropa, el tipo que habla con el tercero, el temible e inaccesible piso donde operan Héctor Magnetto y sus gerentes, es contundente pero incompleta, y lleva la dosis de cizaña e intriga que a él tanto le gusta, que tanto sabe usufructuar. Aturdidos, nadie se atreve a pedirle una ampliación. No son amigos entre sí, aunque tres de ellos hace años que comparten escritorio y sensibilidades.

Todos, entonces, sospechan de todos.

“El alemán” Jorge Göttling, cuya pluma es considerada la mejor del diario, y Juan “el vasco” Izaguirre, de Grabadores – donde dejan sus mensajes los corresponsales -, se ponen de pie primero. Los siguen Armando Vidal, de la sección Opinión, y Luis Gregorich, de Cultura. Jorge Asís, integrante junto a Gtt de la balbuceante mesa de cronistas notables, es el último en pararse. Los cinco están allí porque fueron elegidos para conformar una comisión negociadora con los directivos de la empresa. Cytryn es el enlace. Hay una porción de los periodistas que confían en él; muchos otros, no.

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Personaje clave de Clarín entre 1975 y 1990 – enfrentado con la cúpula que encabeza Héctor Magnetto -, Marcos Cytrynblum, pasa su vejez rodeado de pájaros. Un repaso por una historia que roza el presente, contada por Pablo Perantuono.

Por esas horas, el clima en la redacción de la calle Piedras es de tensión y de cansancio. Como consecuencia del despido de tres colaboradores de la sección Deportes, varios de los integrantes de “la tropa” vienen realizando una serie de asambleas fuera y dentro del diario. Como hay rumores de más “rajes”, allí se debate sobre las posibles medidas a tomar, sea llevar la asamblea al interior de la empresa o directamente apelar a una medida de fuerza, como hacer un paro de actividades – que sería el primero desde comienzos de 1976 -, o una más radical aún, tomar el diario.

Es septiembre de 1982, y aunque la actividad sindical continúa prohibida en todo el pa+is, la Dictadura muestra signos de cansancio. La reciente derrota en Malvinas y el hartazgo tras años de silencio se conjugan para provocar el germen de un deshielo, de un proto-estado de protesta. Como en tantas otras ocasiones, dentro del diario se refleja la atmósfera que se vive afuera.

Los cinco “negociadores” le transmiten a Cytrynblum el grado de incertidumbre y palpitación que viven sus compañeros. Además de pedir la reincorporación de los tres cronistas, quieren saber si la empresa planea seguir despidiendo gente. “Me alegra que hayan armado esta comisión”, había arrancado el jefe, para luego aclararles que la intención de la empresa era no echar a nadie “que tenga firma”. Pero les confiesa que sí serán implacables si los empleados decidieran tomar alguna medida de fuerza.

La charla finaliza, y entonces Cytryn levanta su 1,90 metros del asiento, los mira y con un gesto que tiene más de paternal que de cínico, les suelta aquello de que uno de ellos, uno de esos cinco “intachables” elegidos por sus compañeros para elevar los reclamos colectivos ante los directivos, en realidad tiene otros planes. Por lo visto, planes secretos.

Hay uno que miente.

Ya fuera del despacho, justo frente al escritorio de Medrano, histórico secretario de Cytrynblum, Vidal lo mira a Asís y lo interroga:

– Turco, ¿por qué te quedaste callado?

Entonces Asís, el best seller Asís, el expansivo y elocuente narrador para quien el silencio y la obediencia suelen ser inhabitables estados del yo, le responde, mientras manipula el komboloi – el rosario turco -, alojado en el bolsillo izquierdo de su pantalón:

– Porque vos me dijiste que no hablara.

2 comments on “«Entre ustedes hay un traidor…»

  1. Avatar de pabloaguirrecompositor
    pabloaguirrecompositor

    Muy misterioso pero le siente horrible.

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