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«A las 8:14 era un día soleado; a las 8:15 era un infierno»

El 6 de agosto de 1945, Estados Unidos arrojó la primera bomba atómica sobre Hiroshima. Japón no se rindió. Tres días después lanzó una segunda y definitiva sobre Nagasaki.

Por Carlos Serrano (BBC News Mundo)

En 1945 Estados Unidos y Japón llevaban cuatro años enfrentados en la Guerra del Pacífico, uno de los mayores escenarios de la Segunda Guerra Mundial. El 26 de julio de ese año el presidente de EE.UU., Harry Truman, lanzó un ultimátum contra los japoneses. Les exigía una «rendición incondicional», de lo contrario, les esperaba «una destrucción rápida y absoluta». El mensaje de Truman no mencionaba el uso de bombas nucleares. Sin embargo, estos artefactos eran parte del arsenal que EE.UU. tenía listo como parte de su estrategia para zanjar el conflicto.

El 16 de julio EE.UU. había ensayado con éxito la bomba Trinity, la primera arma nuclear que se detonaba en el mundo. Tan pronto supieron que la bomba nuclear funcionaría, se asumió que la usarían», explicó a BBC Mundo Michael Gordin, historiador especializado en ciencias físicas en la Universidad de Princeton y coeditor del libro «La era de Hiroshima».

«La discusión entre los militares no era si la usarían, la pregunta era cómo la usarían», apuntó Gordin. «Y la forma más efectiva de usarla sería una que llevara a la rendición de Japón».

Las razones que llevaron a EE.UU. a lanzar las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki aún son objeto de debate, pero las consecuencias son evidentes hasta hoy.

El primer blanco elegido fue Hiroshima. La ciudad no había sido bombardeada antes, así que era un buen lugar para notar los efectos de la bomba. Además, era la sede de una base militar.

El Enola Gay, un bombardero B-29 pilotado por el coronel Paul Tibbets, sobrevolaba Hiroshima a unos 9,5 km de altura cuando liberó la bomba Little Boy, que explotó en el aire, a unos 600 metros del suelo.

La secuela atómica que recuerda el horror en Hiroshima y Nagasaki

«A las 8:14 era un día soleado, a las 8:15 era un infierno», describió en un documental del canal Discovery, Kathleen Sullivan, directora de Hibakusha Stories, una organización que recopila testimonios de sobrevivientes de las bombas.

«De repente me enfrenté a una gigantesca bola de fuego… Luego vino un ruido ensordecedor. Era el sonido del universo explotando», le contó Shinji Mikamo, sobreviviente de Hiroshima, a la BBC.

Se cree que entre 50.000 y 100.000 personas murieron el día de la explosión. La ciudad quedó devastada en un área de 10 km2. La explosión se sintió a más de 60 km de distancia. Dos tercios de los edificios de la ciudad, unos 60.000, quedaron reducidos a escombros. El intenso calor produjo incendios que durante tres días devoraron un área de 7 kilómetros alrededor de la zona cero.

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