En recuerdo de Marcelo Ranea, premio rey de España, fallecido ayer a los 73 años, Humanidad reproduce las palabras de despedida de su compañero y amigo Carlos Pesce:
«Nos conocimos a fin del 81 cuando, con otros colegas, armamos la movida fundacional de lo que después fue la exposición anual de los Reporteros Gráficos. Una quijotada entonces, en plena dictadura militar; una movida similar, que también llevaron adelante actores y que terminó con un bombazo y el incendio del lugar donde se representaban las obras de lo que se llamó Teatro Abierto.
Marcelo fue, desde el primer momento, activo y entusiasta partícipe y colaborador de la muestra. Íbamos con su Fiat 128, un poco destartalado a buscar los cartones con las fotos a la casa de los que participaban. La gente tenía miedo de acercarse; nosotros igual, pero le echábamos coraje, y hacíamos lo que hiciera falta.
En ésa época era fotógrafo de la agencia DYN. Antes había sido guardaparques, un tipo con una sensibilidad especial, que contrastaba un poco con su vozarrón, risotadas y gestos ampulosos.

Al poco tiempo, me fui a vivir a España y dejamos de vernos, sin perder el contacto. Volvimos a vernos, creo, en el año 83, cuando fue a recibir el premio Rey de España de fotografía periodística (imagen destacada en la portada). Organicé un encuentro con mis amigos de allá, gente del exilio que, con la confusión y los malentendidos que genera la distancia y la desinformación, lo querían repudiar… por la foto de la madre abrazando al policía. Es que, como pasa muchas veces, era mostrada interesadamente, fuera de contexto.
Marcelo cubrió casi desde el principio la actividad de las Madres, algo peligrosísimo en ese tiempo: enseguida te fichaban como un colaborador de lo que llamaban «campaña anti-argentina en el exterior». Marcelo lo sabía, y se la bancó. La foto distinguida mundialmente fue lograda, precisamente, en el seguimiento de las actividades de las madres (Susana Leguía es abrazada por el policía Carlos Gallone, ante la atónita expresión de Nora Cortiñas).
Aclarada la situación con la gente del exilio, Marcelo, que había viajado con su mujer, con el dinero del premio se fueron a recorrer Europa con un coche alquilado. Fierrero de siempre, le encantaba manejar. De regreso en Madrid, nos vimos. Es imposible reproducir sus cientos de anécdotas.
Ahora, con su muerte, me van pasando como en una película. Después, ya en Argentina, nos seguíamos viendo, pero poco, por su actividad, sus viajes. Sin embargo, cuando nos encontrábamos continuábamos donde habíamos dejado la charla, con amistad y afecto inalterables.
Así lo voy a recordar. Pensando que no, que no se murió y que en cualquier vuelta de esquina nos volveremos a topar. La foto, de las pocas que conservé donde estamos juntos, es de cuando nos reunimos en Madrid. Se nos ve con Alejandro Kacero, Roberto Ramírez, Nenina Boulliet, Susana Viau y su hermana, con Marcelo mostrándonos la placa del premio».
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