A las cosas «gratis» se las desprecia un poco. Como son de fácil acceso, no se las quiere. O por el contrario, cuando no hay que dar nada a cambio, lo queremos a miles y que nos lo envíen sin costo. El amor pareciera ser algo «gratuito» (¿lo es realmente?), en el que se encuentran personas para compartir sentimientos, experiencias y fluidos, entre ellos los del beso. En todo caso, esas son las monedas de cambio. Y cuando termina el amor, no hay reembolso.
Casos podemos poner muchos, pero imaginemos el de una pareja de enamoradizos que ya está asentada y en convivencia. Depende de uno o del otro saludar con un beso o simplemente decir «ya llegué», al momento de abrir la puerta. Claro, como a esa novia o novio, esposa o esposo (comentario al pasar: qué increíble que se hable de «esposas», siendo la misma palabra que se usa para atar a los presos y que no se escapen luego de haber cometido un delito), la vemos todos los días, ¿qué sentido tiene tomarse la molestia en saludarla/o con un beso?
El beso es poderoso. Más poderoso que la lapicera de Putin. Una genuina historia de amor puede cambiar el mundo. Por supuesto que cambiará el mundo desde la perspectiva de los enamorados, y no la de millones que sufren por la guerra.
Darle o no importancia a este acto marca la actitud que queremos tener frente a la vida. ¿Haremos ese esfuerzo por preservar los buenos modales y el cariño hacia el otro en el día a día, día único y pasajero, o dejaremos a la vida pasar de forma automatizada? Para lo segundo parecieran estar las máquinas.
Lus humanus tenemos el valor de vivir con emoción. Si nos olvidamos de ella, muchas veces nos olvidamos de nuestra humanidad, que es compleja, cabrona, a veces insoportable, pero también bella y excitante.
¿Cuánto se nos va (y cuánto queda) en un beso? Depende de a quién estemos besando. Hay quien elige besar a desconocidos porque esa sensación aunque sea los hace sentir importantes, porque los hace sentir queridos.
Para algunos, los errores no existen. Nuestras acciones nos llevan a lo que somos hoy. ¿Acaso somos los besos que hemos dado? En este caso, obviamente podrán haber arrepentimientos. Pero venga, a no desilusionarse (perdón, vi muchas películas españolas). Siempre habrá besos para dar, incluso a los seres más lindos que existen: los árboles.
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