Por Sergio Elguezábal
Los jóvenes en el centro, lindo verlos así. Los estudiantes son el cogollo (NR: brote de las plantas y los árboles). Más allá de los reclamos puntuales que están verbalizando sobre la educación pública, lo que han hecho saber con certeza es cierta deficiencia en la organización que nos damos.
En la implementación de las viandas o en el desarrollo de las pasantías, no importa si son dos o diez los reclamos, todos convergen en una causa que solemos desatender. La organización es clave, la mala organización es el peor de los males para un mundo que necesita ser sostenible en todos lo planos.
Los estudiantes están señalando eso. Semejante certeza debería merecer nuestro respeto. Creer que están siendo manipulados por alguna organización de la vida adulta es despreciar sus capacidades de análisis y entendimiento. ¿No han demostrado sobradamente que suelen ser más racionales que muchos decisores de los ámbitos públicos y privados?
No hay ningún mayor, ni organización de mayores, que pueda manipular a 200 o 300 pibes que votan en cada colegio. Si pudiéramos mirarlos sin prejuicios sería fácil advertir lo que es fácil de ver: son chicos que van a mil por hora y no gastan las energías que nosotros dilapidamos en conversaciones y reacciones perimidas, van hacia adelante y operan en el circulo evolutivo del que ya forman parte.
No nublemos con nuestras interpretaciones amañadas la rica posibilidad de conocerlos más. Tratemos de ver qué nos quieren decir los chicos esta vez.
¡Que vivan los estudiantes! Hay una bonita canción que solía interpretar Violeta Parra hace muchos anos, que dice todo lo anterior pero mejor.
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