Cuento Literatura

Los disfraces del doctor

¿Cómo se divierte un simulador? Disfrazarse es un juego que incorporamos desde pequeños, pero cuando la adultez llega las cosas se vuelven más serias. O al menos las consecuencias lo son.

El doctor era un hombre carismático. Su sonrisa y su sencillez al hablar hacían sentir tranquilo a cualquiera. En momento de tensión sabía cuándo enojarse y cuándo no. Por supuesto que todo era de acuerdo a su conveniencia, a su misión especial.

El doctor era un super espía formado por agentes del gobierno con más de cincuenta años de experiencia en el mundo de la simulación. Pertenecía a un lugar del que no se puede salir. Solo bajo pena de muerte. Es que los secretos y el nivel de tecnología alcanzado eran humanamente inconcebibles, reservado para pocos elegidos.

Su primera transformación fue a los treinta y tres años. En ese momento el joven espía conoció lo que era cambiar de rostro y de voz. Pero había algo que no podía modificar, y que ningún ingeniero pudo crear para su modificación: la esencia humana.

Fue justamente eso lo que lo delató ante los ojos de Samanta, la cocinera personal de su madre. Al doctor le gustaba jugar de vez en cuando, ya que hasta los James Bond necesitan tiempo de ocio. El problema fue que se metió con alguien en extremo meticulosa, y con un tacto para identificar personas asimilable a un sexto sentido.

Samanta se encontraba limpiando como cualquier otro día los restos de verduras y gajos desechables. De repente aparece un hombre por la ventana de la cocina. Al ser una casa, fue muy fácil sentirlo. «¡Señorita! Tengo una pregunta», inició el inocente inquisidor.

La joven empleada abrió la ventana y apenas vio sus ojos, sintió la esencia del doctor. Pensó que era la misma persona, pero no podía dejarse caer en tremenda locura. Asimiló el hecho a cuando las personas ven a sus seres queridos fallecidos en todos lados. Creen que están ahí pero en realidad es una respuesta de sus deseos u pensamientos. ¿Samanta quería ver al doctor, o el doctor quería ver a Samanta?

La realidad podía verse de dos maneras. Samanta le siguió la corriente, contestó el interrogante y el otro continuó su camino. El espía se divertía de esta forma de tanto en tanto, porque no sabía hacer otra cosa mas que fingir.

Escritor y estudiante. Fundó Humanidad el 2016 a sus 15 años de edad.

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