Desde que se creó, hace casi 60 años –con un sesgo neoperonista, según señalaron a Humanidad familiares de los Sapag, apellido ilustre -, el Movimiento Popular Neuquino (MPN) es banca en la provincia patagónica dueña de los mayores recursos gasíferos y petrolíferos de la Argentina.
¿A qué obedece el “hechizo”? le planteó el periodista Gerardo Bilardo al historiador Gabriel Rafart, en una etapa nacional donde estructuras como el PJ y la UCR se subsumen en heterogéneos frentes, aunque con diferente peso específico.
«Frente a un mundo de partidos que reemplazan sus nombres entregándose a la lógica de las coaliciones, el MPN – afirmó -, está decidido a sostener su sello y seleccionar candidatos que estén vinculados fundamentalmente a un pasado de biografías familiares«.
“El MPN – resaltó-, es una pieza única, excepcional, no sólo dentro de la política de provincias, sino también para el sistema político nacional y regional…el MPN sirve para revisar muchas afirmaciones y teorías en discusión acerca de lo que es y no es un partido político».
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Para el ex gobernador neuquino Jorge Sapag, no figura entre las variables del hegemónico MPN «sacar los pies del plato». Destacó el abrazo partidario a la justicia social, «sin obedecer al centralismo porteño».
Autor del libro “El MPN y los otros”, de inminente aparición, el profesor de la Universidad del Comahue y Río Negro, le hizo notar al portal Va con firma que al igual que el Justicialismo a la muerte de Juan Domingo Perón, el MPN “logró dotar a su organización de un orden sucesorio muy disputado pero eficaz”.
No se quedó allí. Dijo que la maquinaria provincial (a diferencia de la nacional del PJ), “logró institucionalizar reglas competitivas que resguardaron la unidad” y pudo manejar “el derrumbe y el ascenso de los líderes”, de un modo tan particular que no afectó “su principal cometido como partido político: ganar elecciones a nivel de Gobernador”.
Bilardo rescató algunas anécdotas. El patriarca Felipe Sapag, en un acto celebrado sobre el fin del último gobierno dictatorial que había desalojado a las autoridades constitucionales en 1976, sentenció: “Arruinó a nuestra Patria, nos humilló perdiendo una guerra, nos ha legado una deuda externa de más de 40.0000 millones de dólares, empobreció al pueblo, a los trabajadores, empresarios, agricultores. Dejó a todos con las manos vacías, sin nada. (…) Hoy, veo reverdecer el entusiasmo y el renacer de la República y la democracia, por la que tenemos que luchar hasta la muerte».
Otra definición sustancial reflejada en la obra de Rafart, la aportó el ex mandatario, ya fallecido, Pedro Salvatori, al explicar: “La sensibilidad social nos ha inclinado (al MPN) hacia la izquierda, y el desarrollo productivo y la infraestructura nos ha alineado hacia la derecha…”.
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