La cuestión política – ni hablemos de la sanitaria – está áspera. Filosa. La Corte Suprema, en un proceso complejo y dividido, resolvería mañana sobre un “casus belli” agitado por la oposición: la de tres jueces federales a los que el Senado, con el aval del Ejecutivo, ordenó la vuelta a sus antiguas funciones. Medida resistida por un conjunto ciudadano, agitado por un “torrente mediático”, que da por supuesto la “impunidad” de la vice Cristina Kirchner y riesgos de prisión para el expresidente Mauricio Macri, algo negado por el propio mandatario Alberto Fernández.
El horno no está para bollos. El radical Ernesto Sanz, reapareció, para sumarse a la ofensiva encarnada por Patricia Bullrich, del PRO. No condenó el “escrache”, en la ciudad santafesina de Rafaela, ante la vivienda de Ricardo Lorenzetti, pero, si, llamó a unirse contra el Gobierno que “abusa y avanza contra las instituciones democráticas”.
La respuesta llegó hoy del Presidente en Escobar. No cedió a las “presiones” de Juntos por el Cambio, sino que además de solidarizarse con Lorenzetti (tras cuestionar hace unos días había al titular de la Corte, Carlos Rosenkrantz), lo encuadró en un ataque propio del “fascismo y del nazismo”. Lo emparentó, además, con el sitio policial a la quinta de Olivos, y los hostigamientos permanentes al domicilio de Cristina, en la Capital Federal, o a la casa del Tigre, donde habitan el diputado Sergio Massa y su esposa, Malena Galmarini.
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En el peor de los mundos, las figuras principales se miran en el espejo del pasado: no quieren repetir viejos errores y, sí, desactivar “odios irracionales” en las 2 trincheras.
Tras el enfrentamiento, con la pandemia acechante y un número de muertos mayor al anunciado oficialmente hace unos días, tanto el peronismo con funciones ejecutivas, como las fuerzas adversarias, están en una etapa de ordenamiento interno. “Lo deben hacer para que la Argentina sea un país de bienvenida y no de salida”, apuntó el ensayista Alejandro Katz.
Volver a la cordura, para el Presidente, por ejemplo, significará restablecer lazos con el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, al que le metió “la mano en el bolso” para hacerse de recursos y desactivar a las demandas, muchas justas, de la policía bonaerense. Y retomar la proximidad, de paso, con Lorenzetti, quien en la Corte de 5 miembros, encarna un polo contrario a Rosenkrantz.
Las corporaciones y los grupos empresarios (algunos afectados por el impuesto a la riqueza que está en marcha en el Parlamento), agitan las aguas en defensa de sus intereses, a través de titulares y comentarios hostiles en diarios, portales y canales de televisión.
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Un columnista con acceso a la Rosada y al expresidente, reprodujo citas de Alberto Fernández, sobre la situación de 3 jueces federales que escaló a la Corte Suprema.
No se puede ignorar el contexto regional, influido por la gravitación de Estados Unidos en países como Brasil, Bolivia, Paraguay y Colombia.
La Corte no demostró ningún entusiasmo en la reforma judicial de Alberto, pero en su composición hay dos miembros, Rosenkrantz y Horacio Rosatti, que acogen los reclamos de los jueces Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Germán Castelli, a diferencia de Lorenzetti y Elena Highton. ¿Qué hará el quinto, Juan Carlos Maqueda? Según algunos de sus allegados, preferiría llevar a la larga el asunto, aún dando curso al per saltum y al tratamiento extraordinario que pretende imponer el presidente del cuerpo (cuya decisión fue por lo menos “inesperada” para la ministra Marcela Losardo).
“La sesión de mañana está para que vuelen ceniceros”, comentó el vocero del exsenador peronista Maqueda.
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